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El jueves de la semana pasada, se publicaron en Estados Unidos las cifras preliminares del Producto Interno Bruto (PIB) para el primer trimestre. Los datos comprobaron lo que los indicadores adelantados venían anunciando: la economía estadounidense se está desacelerando.

La economía presentó un crecimiento trimestral anualizado y ajustado por estacionalidad de 0.5% con respecto al cuarto trimestre del 2015. Dicha cifra fue inferior a 1.4% registrado en el último trimestre del año pasado y también se situó por debajo de la expectativa de mercado, que se ubicaba en 0.7 por ciento.

El crecimiento fue principalmente impulsado por el sector consumo y la inversión residencial, mientras que la inversión no residencial y las exportaciones tuvieron una contribución notablemente negativa a las cifras. La caída en la inversión no residencial está muy ligada a lo que está ocurriendo en el sector energético, en donde la gran mayoría de las empresas han detenido sus proyectos de inversión en medio de la fuerte caída en el precio del petróleo.

En el caso de las exportaciones, la caída no es sorpresiva debido a la fortaleza del dólar que ha hecho perder competitividad al sector exportador estadounidense. Aunque el consumo se desaceleró por segundo trimestre consecutivo, el ritmo sigue siendo relativamente saludable y si las cifras de empleo y de recuperación de los salarios reales siguen en una trayectoria positiva, no sería sorprendente ver una recuperación en el ritmo de crecimiento durante los próximos trimestres.

Asimismo, las exportaciones deberían estabilizarse, ya que el dólar ha cedido bastante terreno desde finales de febrero. Además de los factores fundamentales que deberían contribuir a un mejor crecimiento de la economía de EU en lo que resta del año, no debemos de perder de vista que desde el 2007, la debilidad en las cifras de crecimiento del PIB del primer trimestre con respecto al cuarto trimestre del año anterior se ha vuelto un tema recurrente.

De igual manera, este patrón de debilidad en el primer trimestre ha sido seguido, de manera consistente, por crecimientos más robustos en el segundo y tercer trimestre, cerrando el año con un cuarto trimestre de crecimiento más moderado. Esta situación pareciera sugerir que existe cierta debilidad estacional durante el primer trimestre de cada año que no se ha logrado filtrar a través de los ajustes por estacionalidad que hacen las autoridades.

La realidad es que si revisamos las cifras de crecimiento de manera anual —es decir, comparando el dato del PIB al cierre de cada trimestre contra el mismo trimestre del año anterior— en lugar de hacerlo de manera secuencial como normalmente se publica, podemos eliminar parte de esta estacionalidad que los ajustes no han logrado filtrar bien a partir del 2007.

Al hacer esto, nos daríamos cuenta de que la economía de Estados Unidos creció cerca de 2% durante el primer trimestre, lo cual representa una menor desaceleración que la de la cifra trimestral anualizada. A pesar de estos matices, está claro que la economía estadounidense se está desacelerando en lugar de acelerarse como se tenía esperado para este 2016 a principios de año.

Sin embargo, el escenario base sigue siendo uno de desaceleración moderada y temporal, donde el crecimiento para el año completo 2016 de la economía americana sea similar a 2.5% del 2015. Estas cifras de crecimiento, si bien no son las ideales, tampoco son consistentes con el nivel de tasa de interés que mantiene la Reserva Federal (Fed) actualmente.

Es por eso que, a menos de que la desaceleración se extienda, pensamos que la Fed realizará un par de movimientos al alza en la tasa de interés de referencia antes de que termine el año.