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La negociación para la aprobación del nuevo plan de estímulo fiscal por 1.9 billones de dólares propuesto por la administración Biden sigue avanzando en el Congreso de Estados Unidos a pesar de la oposición de varios legisladores del Partido Republicano que favorecen un plan menos ambicioso de 600,000 millones de dólares.

Para la administración Biden, un paquete de esta magnitud es una condición necesaria, más no suficiente, para que la recuperación económica siga generando tracción. La otra condición necesaria es lograr que gran parte de la población adulta de ese país se vacune durante la primera mitad de este año para lograr la ansiada inmunidad de rebaño.

Aunque el plan de vacunación se ha acelerado considerablemente y esta meta se ve factible, la administración Biden tiene muy claro que no debe cometer el mismo error de la administración Obama en el 2010.

En aquel momento, la Casa Blanca no logró la aprobación de un segundo paquete de estímulo fiscal —adicional al de 831,000 millones de dólares aprobado en el 2009— para darle mayor soporte a la débil e inconsistente recuperación económica del periodo 2010-2013.

Los críticos del nuevo plan de estímulos por 1.9 billones de dólares argumentan que la economía no necesita tanta ayuda. Para estos críticos, un paquete de esta magnitud, aunado a los estímulos fiscales aprobados el año pasado y una política monetaria extraordinariamente expansiva, podría generar un sobrecalentamiento de la economía.

Asimismo, argumentan que dicho sobrecalentamiento podría generar un repunte en la inflación que orillaría a la Fed a retirar parte del estímulo monetario antes de lo esperado.

En esencia, lo que los críticos están diciendo es que el nuevo estímulo fiscal propuesto por la administración Biden se auto-cancelaría. Para estos críticos, es preferible introducir un paquete fiscal más modesto y dejar que la Fed mantenga su ambicioso plan de estímulo monetario el tiempo que sea necesario.

En condiciones normales, la Fed sería muy ágil en restringir su política monetaria al primer aviso de un repunte en la inflación resultante de un sobrecalentamiento de la economía.

Sin embargo, estamos muy lejos de lo que se consideran condiciones normales y en una nueva era para la Fed. Dicha era comenzó en septiembre del año pasado cuando anunció que su mandato dual estaría sesgado hacia alcanzar el objetivo de pleno empleo sobre el de control de la inflación.

Esto significa que la Fed podría tolerar niveles de inflación por arriba de su objetivo de 2% por un periodo indefinido antes de tomar medidas restrictivas de política monetaria. Esta situación hace pensar que la probabilidad de que el estímulo fiscal adicional cancele parte del estímulo monetario es baja.

Sin embargo, un sobrecalentamiento de la economía podría generar una resaca innecesaria una vez que la Fed decida actuar. Si la Fed deja correr la inflación actuando a posterior en lugar de actuar a priori, podría verse forzada a reaccionar de manera más agresiva.

No obstante, también hay una fuerte discusión sobre que tanta inflación realmente podrían generar los estímulos fiscales y monetarios, tema que abordaremos en la siguiente edición de Sin Fronteras.