Elecciones 2024
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Por primera vez, Donald Trump salió más allá de su campo de golf de Mar-a-Lago, a un rally para festejar el Día del Presidente y la absolución en su segundo juicio político, gracias a la obstrucción de 43 senadores republicanos quienes, ignorando la irrefutable y contundente evidencia contra el expresidente, presentada por los fiscales de la Cámara Baja impidieron su castigo.
Aunque esperada, la decisión, que envalentona a Trump, como ocurrió tras la primera impugnación, llevó al presidente Joe Biden a urgir a todos los estadounidenses a “permanecer vigilantes en este triste capítulo de la historia, para defender la ahora frágil democracia de Estados Unidos” que sobrevivió y se recupera de múltiples intentos de golpe de Estado, por la furia de Trump, humillantemente derrotado.

Y tiene razón. Todos sabemos que arraigado en la base de lo que fue el Partido de Lincoln, Trump tratará de generar tensión y caos, con el apoyo de fuerzas extremistas que aprovecharán cualquier circunstancia para dividir y confrontar.

Tratando de evitarlo, hace dos semanas, Benni Thompson, presidente del Comité de Seguridad Interna de la Cámara Baja, presentó una demanda ante una Corte Federal de Washington, acusando al ex mandatario Trump, su ex abogado Rudy Giuliani y a los grupos extremistas Oath Keepers y Proud Boys de terrorismo doméstico, quienes intentaron obstaculizar el proceso de certiticación del triunfo del presidente Joe Biden.

La demanda, acusa a Trump y a Giuliani de mentir sobre el supuesto “robo de la elección”, lo que rechazaron 80 tribunales por falta evidencia, incitando a la sedición, en violación de la Ley del Ku Klux Klan, de 1871, promulgada después de la Guerra Civil, para prohibir y castigar la interferencia violenta en el trabajo Constitucional del Congreso.

Esa legislación ayudó a debilitar al KKK y grupos que aterrorizando a votantes negros y saqueando a legisladores electos, trataron de elegir un Congreso que readmitiera a estados Confederados.

“Trump apoyó jubiloso a grupos violentos de supremacía blanca, instigó el asalto al Capitolio, puso en grave riesgo la vida de más de 500 legisladores y al vicepresidente Mike Pence y alentó un futuro autoritarismo”, dijo el Congresista Thompson.

Agregó que “mientras la mayoría republicana abdicó a su responsabilidad de castigar al expresidente, legisladores y grupos de defensa de la legalidad buscan que Trump, Giuliani, los Oath Keepers y Proud Boys paguen por los delitos de sedición y eventualmente traición en que incurrieron.

Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara Baja, anunció a su vez, que la semana próxima se creará una comisión bipartidista, similar a la de los ataques terroristas del 9/11, para que investigue a fondo la insurrección y el asalto al Capitolio, para castigar a los responsables.

Patrick Derrick, presidente de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, se unió a la demanda, diciendo que “Donald Trump trató de destruir la nación y debe ser castigado”.

“Ciudadanos americanos golpearon y asesinaron a nuestra propia policía, cuando asaltaron el Capitolio, buscando a Nancy Pelosi y al vicepresidente Mike Pence, alimentados por mentiras y declaraciones falsas, teorías de conspiración del hombre más poderoso del mundo”, dijo en el pleno del Senado el líder Mitch McConnell, luego de desvirtuar los argumentos de senadores republicanos al servicio de Trump y de la defensa legal del expresidente.

En la enfermiza obsesión por “defender” a Trump, el senador republicano Rob Johnson, de Wisconsin, trató de minimizar el letal asalto al Capitolio, que dejó 6 muertos, más de 70 policías heridos y trauma e indignación en todos los legisladores y empleados.

“Esto no me pareció una insurrección armada”, dijo Johnson a la estación de radio WISN.

Johnson dice que “es una equivocación describir al grupo como armado” y acusó a los demócratas de “editar selectivamente videos para exagerar la amenaza que significó la horda de salvajes simpatizantes de Trump, aparentemente coordinados por milicianos de “Oath Keepers” a los que se les decomisaron armas, explosivos y municiones en grandes cantidades.

Trump calificó la impugnación como “otra fase de la cacería de brujas en este país”, como trata de desacreditar los intentos bien fundamentados para castigar sus abusos y acusa a los demócratas, de “ser el único partido”, que “da un pase libre” para “denigrar el imperio de la Ley, difamar a los policías, alabar turbas, justificar a quienes participan en disturbios y transformar la justicia en herramienta de venganza política”, justamente lo que él hizo en su gestión.

Trump es el único presidente en la historia, llevado a impugnación en dos ocasiones y perdonado por republicanos. Él se jacta de haber obtenido 74 millones 200 mil votos, la mayor cantidad de sufragios en la campaña por la reelección de un mandatario en la historia, lo que le permite, si quiere, competir de nuevo para la presidencia en 2024 a los 78 años de edad.

Pero esas perspectivas no serán fáciles.

Aunque con optimismo Trump dijo a sus seguidores que “su histórico movimiento para hacer grande a América, apenas comienza, y que pronto tendrá mucha información que compartir” y que “continuará impulsando la lucha para lograr la grandeza americana”, la realidad podría llevarlo a enfrentar múltiples desafíos que le impidan hacerlo.

Primero, el partido republicano se encuentra profundamente dividido, por un lado están los militantes tradicionales de ese partido, y por otro la fracción del denominado Tea Party, el ala más extremista y radical, apoyada por grupos nacionalistas y supremacistas blancos, milicias y terroristas domésticos que participaron en el asalto al Capitolio y que quieren reconstruir el partido en torno a Trump.

En el otro lado está el “establishment”, aparentemente encabezado por Mitch McConnell, que busca romper lazos con el expresidente, para reconstruir el partido, volver a su plataforma ideológica y recuperar la confianza y prestigio que perdieron estos últimos 4 años.

Republicanos anti-Trump han filtrado información en el sentido de que el “perdón de la impugnación” no es el camino final de Trump y señalaron una investigación del FBI en el caso de Georgia, donde el expresidente es acusado de querer influir en la elección y expone que llamó telefónicamente a Brad Raffensperger para amenazarlo y exigirle que le diera más de 11 mil votos a su favor, para revertir el resultado de la elección.

Además, el expresidente llamó a un investigador de elecciones del condado de Cobb, para pedirle que “encontrara un fraude electoral” y que “como recompensa, lo convertiría en héroe nacional”.

Trump también enfrenta investigaciones criminales sobre su injerencia en el proceso electoral de Pensilvania, New York y el Distrito de Columbia, hasta el momento.

Y su otro peligro se encuentra en el retorno a la vida normal, donde es más vulnerable, sin la inmunidad, recursos y consideraciones que tuvo como presidente; sin las agencias en que se apoyó, ni los mismos instrumentos, personal y difusión que tenían sus ataques, sin cuentas de Twitter, Facebook, que usó para diseminar su incendiaria retórica. Trump enfrentará en breve un verdadero tsunami de investigaciones, demandas criminales y acciones legales en su contra, que amenazan su futuro económico, político y eventualmente, hasta su libertad, que bien podrían marcar el fin del Trumpismo.

Tras dejar el poder, Trump enfrenta la caída de ingresos entre el 40% y 60% en sus propiedades a causa de COVID19, a pesar de la canalización de millones de dólares que hizo, del Programa de Protección de las Nóminas, igual que a empresas de sus hijos, familiares y amigos.

El vencimiento de adeudos por más de 421 millones de dólares, de acuerdo al diario NYTimes, de los que debe pagar 340 millones al Deutsche Bank.

Ya ve los efectos del rompimiento de contratos y cancelación de alianzas corporativas, a raíz de su discurso del 6 de enero.

Entre las investigaciones y procesos criminales, están incluidas indagaciones en el estado de New York, sobre posible violación de leyes de seguros, fraude a aseguradoras, fraude fiscal y otros esquemas de fraude, al proporcionar información magnificando su fortuna, al solicitar préstamos o minimizándola para pagar o evadir impuestos, deberá presentar sus declaraciones de impuestos, que podrían contener información importante sobre el origen de sus ingresos, así como demandas de asalto sexual a mujeres, demandas de difamación, violación a la ley de financiamiento de campañas, por pagar en efectivo el silencio de dos de sus amantes.

Pero no solo él. Ivanka Trump también enfrenta investigaciones por posibles malos manejos y tarifas infladas en el Hotel Trump en Washington, durante la ceremonia de inauguración de su padre, cuyo origen y manejo de los recursos también está siendo investigado.

Texto publicado por el autor en Los Angeles Times