Elecciones 2024
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En este espacio he tratado ampliamente dos fenómenos que ocurren en el mundo y tienen resonancia en México: la insatisfacción social derivada de la crisis de la globalización y la incapacidad de los partidos políticos tradicionales para encauzar esa frustración. Tal vez la manera en que estos fenómenos se entrelazan mejor es a partir de la recomposición de la estructura de clases sociales que surgió con la revolución industrial.

Guy Standing (2014), profesor en la Universidad de Londres, pone el dedo en el renglón y nos ayuda a entender el momento actual. Advierte que las profundas transformaciones económicas globales trastocaron la estructura y la definición de clases sociales que sustentaba el entramado institucional entre gobierno y partidos. Marx y Weber habían planteado un sistema simple de clases sociales que limitaba la visión del mundo a una clase trabajadora, otra capitalista y la burocracia.

Standing alude a una nueva clase social en construcción que se masifica aceleradamente como fruto de la globalización: el precariado. La describe como una clase sujeta a relaciones de producción basadas en un trabajo inseguro e inestable, que solo ofrece un salario pero no los beneficios de la seguridad social. Sus integrantes tienen un nivel de vida fluctuante, padecen tensión e incertidumbre crónica, además de rechazar el mainstream de las tradiciones políticas, sean de izquierda, de derecha, de social democracia o cristiana.

Dentro del precariado se definen tres grupos: el de los no educados que se aferran a atavismos y evocan la relativa seguridad laboral que disfrutaron sus padres. Son los más propensos a atender las voces populistas y los liderazgos carismáticos. El segundo es el de las minorías y los migrantes, desenganchados políticamente, nostálgicos, sin hogar ni presente. El tercero es el de los educados que encaran un mercado laboral irregular, carente de oportunidades para construir un proyecto de vida. Son bohemios y tienen capacidad para progresar pero experimentan una sensación de frustración y ausencia de futuro.

Esta nueva estructura de clases explica por qué los partidos tradicionales están perdiendo efectividad para dar voz y materializar anhelos sociales. El tipo de electorado que les dio vida está agonizando. Hoy los que están sacudiendo el mundo de la política son quienes se conectan y hablan con el precariado.