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La novedad de la Conferencia de París sobre Cambio Climático es que por fin China y Estados Unidos manifestaron su disposición a tomar medidas –después de muchos lustros- sobre las emisiones de bióxido de carbono para evitar el calentamiento global, algo que desde aquella Cumbre de Kyoto se habían negado sistemáticamente a adoptar.

Y es que ya es impostergable que esas dos naciones -las de mayor generación de riqueza en el mundo- se hagan a un lado ante la evidencia clara de los daños que no sólo están causando en sus propios territorios, sino al entorno mundial. Son los dos países más contaminantes.

Son cada vez menos insostenibles las insinuaciones dolosas vertidas especialmente en Estados Unidos, tanto en el mundo político como académico, de que el cambio climático es un mito o un cuento inventado y abanderado por personajes de influencia, como Al Gore desde la palestra política o Leonardo di Caprio, desde el ambiente del espectáculo.

Los daños han sido documentados desde la perspectiva de la investigación científica, pero en particular en textos periodísticos que captan los efectos en deshielos en los polos, aumento en los niveles de temperatura ambiental, la ferocidad de huracanes y la variabilidad en las temporadas de lluvia o calor.

Recientemente hemos visto escenas en noticieros televisivos en las cuales se observan algunas calles de ciudades chinas donde el humo hace apenas visible el entorno. Algo que hasta hace algún par de décadas era observable en ciudades como la de México que, mal que bien, ha disminuido sus niveles de contaminación por un cúmulo de medidas que van desde la reubicación de plantas fabriles hasta controles (siempre corruptibles) de emisiones vehiculares.

Muchas son las medidas que se han aplicado en materia de control ambiental en México para abatir las emisiones en aire –particularmente las de bióxido de carbono-. Existe toda una estructura gubernamental en el ámbito federal y en gran cantidad de estados de la República que aun cuando pudiera ser cuestionable, han mostrado resultados.

Es todavía mucho lo que falta en México para evitar los procesos de deforestación y hacia el cambio de energías limpias que sean sustentables y renovables.

El Secretario del Medio Ambiente, Recursos Naturales (Semarnat), Rafael Pacchiano, dijo que los daños del cambio climático le cuestan a México el equivalente a 7 por ciento del Producto Interno Bruto Nacional, particularmente por las sequías, deslaves e inundaciones que provoca.  Y de esto sólo hay que consideran los daños materiales-patrimoniales. Lo peor es la afectación a las vidas humanas.

Pero desde otra perspectiva están las acciones de prevención. Particularmente en lo que se refiere al uso de energías limpias y renovable ha aflorado la negativa de sectores industriales, como el acerero, a modificar sus métodos de producción argumentando impactos en los costos, sobre todo de electricidad porque implicaría la necesidad de procesos de reconversión, entre otros factores. Por ello la oposición a la Ley de Transición Energética que se discute en la Cámara de Senadores.

Uno de los argumentos del sector acerero –que puede ser cuestionable- es que México quiere comprometerse a bajar las emisiones de bióxido de carbono a un nivel de 5 toneladas de CO2 por persona cuando esos niveles serían mucho más bajos que los de Estados Unidos y China que están en 12 toneladas de CO2 por persona.

Pero lo ven desde la perspectiva de costo-competitividad. Si China y Estados Unidos bajan las emisiones no sería en la misma cantidad que la industria de otros países –como México- que tendrían que invertir en procesos de reconversión y uso de otro tipo de energías, con lo cual su costo competitivo sería inferior.

Por ello, si bien el compromiso chino y estadunidense pudiera advertirse como retórico, después de las negativas desde Kyoto, abre la posibilidad de que esas naciones que más contaminan en el mundo hagan “algo”, como definió Barack Obama. Es ya un inicio en una situación que, por sus graves daños,  seguirá siendo cada vez más insoportable para las actuales y futuras generaciones: el cambio climático y sus graves efectos.

Postscriptum: Lo que son las disyuntivas: se acusaba de tibieza y fantasmagórica presencia a Emilio Chuayffet Chemor en el avance de la reforma educativa y la toma de posición frente al movimiento magisterial de oposición; ahora se acusa de protagonismo a Aurelio Nuño por supuestas intenciones presidenciales sin mirar la necesidad de que debe avanzar en la mejora del sistema educativo nacional. Claro, siempre será de temer que “la letra a sangre (o toletazo) entra”.