De su En 15 antier con los voceros de taxistas organizados en la Ciudad de México frente a Uber y Cabify escribe hoy Carlos Puig, pero el asunto merece replicarse. Pese a las ventajas del novedoso sistema de transporte privado, el gremio tradicional se opone a que opere en la capital: La posibilidad de emplear … Continued
De su En 15 antier con los voceros de taxistas organizados en la Ciudad de México frente a Uber y Cabify escribe hoy Carlos Puig, pero el asunto merece replicarse.
Pese a las ventajas del novedoso sistema de transporte privado, el gremio tradicional se opone a que opere en la capital:
La posibilidad de emplear el servicio vía un celular con internet, sin que se requiera de efectivo; abordar un vehículo en condiciones óptimas; conocer de antemano las características del mismo y la identidad del conductor…
Pero algo así carece de marco legal, alegan los voceros.
¿Y si ese marco se elabora?, les preguntaba Puig.
No, no, no, no y no, le respondieron.
¡Ah, chingá!
¿Y los millares de ex taxis piratas o tolerados que estaban (como Uber y Cabify) sin marco legal, pero fueron enmarcados?
Considérense las energías eléctrica o atómica, la televisión, la internet o los drones. ¿Como para cuántos productos y servicios en el mundo se han elaborado leyes a partir, simplemente, de su aceptación y de las necesidades públicas y no de algún permiso gremial…?