Minuto a Minuto

Nacional Dictan prisión preventiva contra suegro y cuñado de Iván Archivaldo Guzmán
El suegro y cuñado de Iván Archivaldo Guzmán fueron detenidos esta semana tras un operativo en Zapopan, Jalisco
Internacional Perú incrementa resguardo en Embajada de México por peligro de fuga de exprimera ministra
El jefe de la Policía Nacional de Perú detallo que en la Embajada de México en Perú hay "un número considerable" de 25 agentes
Nacional ¿Qué ocurre en el Metro CDMX hoy 26 de diciembre?
Este es el estado del servicio del Metro CDMX este viernes 26 de diciembre
Internacional Zelenski anticipa reunión con Trump y dice que son posibles decisiones antes de Año Nuevo
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, tiene previsto viajar en próximos días a EE.UU. con la expectativa de conversar con Trump
Nacional Explosión por pirotecnia deja dos muertos en Jalapa del Marqués, Oaxaca
Autoridades confirmaron dos muertos por una explosión en un domicilio donde se almacenaba pirotecnia en Jalapa del Marqués

El ataque a Charlie Hebdo a principios de este año trajo al centro del debate el tema de la libertad y sus alcances.

En una columna publicada en The New York Times a unos días de la masacre, que titula “Yo no soy Charlie Hebdo”, David Brooks da ejemplos que muestran cómo en varias universidades de ese país expresiones de crítica a minorías o a grupos religiosos han sido sancionadas. Frente a opiniones que ofenden lo que nos resulta más cercano somos mucho menos tolerantes de lo que decimos ser.

Brooks no avala estas limitaciones, pero argumenta que no a toda la crítica social debe dársele el mismo peso. Hay crítica seria y otra que tiende solo a provocar o incluso a ofender. Corresponde a la sociedad y no a la autoridad discriminar una de la otra. Al final, Brooks opta así por una libertad irrestricta de opinión.

Y digo que opta porque ahí está justo la clave en este debate, que va más allá de la libertad de expresión. Pensemos en el aborto. La defensa que típicamente se hace para defender el “derecho a decidir” se basa en la supuesta neutralidad de ese derecho. Bajo esta lógica, hay libertad para decidir y por lo tanto nadie debería considerarse ofendido.

La realidad es, sin embargo, que esa posibilidad, esa libertad para decidir, es lo que en sí mismo ofende, incluso lastima, a muchos.

Asumir que la libertad es un valor universalmente compartido que no requiere defensa o que puede sostenerse tan solo sobre su supuesta neutralidad es un error.

Por la libertad se opta. Es una decisión que en muchos casos tiene que hacerse frente a otros valores que chocan con ella. A veces hay que escoger entre la libertad y, digamos, las creencias religiosas, los derechos de las minorías o el respeto a la vida “desde el momento de la concepción”.

El dilema a veces está incluso en el ámbito de la vida cotidiana. En México hay quienes preferirían mayor seguridad o bienestar económico a costa de ciertas libertades.

La única posición auténticamente liberal es la que reconoce que no todos somos Charlie Hebdo; que hay que optar y defender la libertad, no por su supuesta neutralidad, sino porque es más lo que como individuos y como sociedad perdemos que lo que ganamos cuando ésta se limita. Esa ha sido la gran gesta de los pensadores liberales.