Elecciones 2024
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Mi columna del martes dividió las opiniones de los lectores, unos opinaron que chingara yo a mi madre y otros afirmaron que era un hijo de mi pinche madre. También hubo muchos que me defendieron, cosa que agradezco. Pero como dijo el clásico: “La injuria no me ofende. La calumnia no me llega. El odio no ha nacido en mí”. Sé muy bien que no se puede complacer a todos. No soy monedita de oro —si lo fuera ya mis hijos me hubieran gastado—. En cuestión de crítica hacia mi trabajo, estoy abierto al dictamen de los que me leen. Se vale de todo. Hasta lo que no entiendo como llamarme “capirucho telenovelero”, es válido. Lo único que a veces sí, en verdad, me ofende, son las faltas de ortografía como escribir impreción —así con c— en lugar de impresión.

Hoy pienso bajarle el tono a mi columna porque, francamente, jamás ha sido mi intención polarizar la opinión de los lectores. Relataré una anécdota curiosa de la que fui testigo:

En el año 1981, escribía un programa que pasaba los sábados, en el horario estelar, del Canal 2, “El Show del Loco con Mauricio”. No está por demás decir, para las nuevas generaciones, que el Loco era Manuel Valdés, el primer cómico producto de la televisión nacional, y Mauricio, el ya fallecido galán del cine nacional, de apellido Garcés.

A través del precitado programa empezaba a darse a conocer como comediante el actor Héctor Kiev, a quien se le ocurrió hacer una imitación del primer actor don Ignacio López Tarso, en su modalidad de narrador de corridos mexicanos, con énfasis en los que trataran de personajes o hazañas de la Revolución Mexicana. Con un traje negro de charro y con el parodiado nombre de Tacho López Cuarzo, Kiev aparecía sábado a sábado para de manera versificada, como si fuera un corrido, expresar, imitando al primer actor, sus pronósticos sobre los partidos de futbol que tendrían lugar, al día siguiente, domingo.

En lo personal, la sección me gustaba, no por su contenido, ni por la imitación, sino porque era una parte del programa que yo no escribía. Héctor Kiev tenía facilidad para versificar y él mismo hacía sus textos. Yo sólo le sugerí algo, terminar su intervención como acaban la mayoría de los corridos, pidiéndole a una paloma que cuente lo sucedido: “Vuela, vuela palomita, vuela paloma querida. Dile al padre de los Pérez, que aquí terminó su vida”. A Kiev le pareció buena mi idea y la hizo suya en sus mentados corridos futboleros semanales.

Así nos fuimos hasta 1982, cuando el seleccionado nacional de futbol perdió en Honduras el derecho de asistir al Mundial de España 82. Hubo cambios en la programación de Televisa. Nuestra emisión concluyó, pero al señor Emilio Azcárraga Milmo le gustó el personaje de Kiev como para que comentara alguna noticia a su manera en el noticiero 24 Horas de Jacobo Zabludovsky. Sin poderlo comprobar, estoy seguro que a Jacobo no le gustó la idea, pero la tuvo que aceptar por venir de las alturas. Eso sí, el personaje sólo se llamaría Tacho —sin apellidos—, y así con ese nombre lo hizo famoso cuando al terminar el actor su versificación, aunque ésta no hubiera sido muy afortunada, Jacobo decía: Buena rima, Tacho, buena rima. Kiev siguió fiel a la costumbre de despedir su breve corrido refiriéndose a una paloma imaginaria. Hasta que el 4 de julio de 1982, Miguel de la Madrid Hurtado ganó la elección presidencial para el periodo 1982-88, como su esposa se llamaba Paloma, le dieron instrucciones a Tacho para que, en sus finales de corrido, cambiara de ave, él escogió una gaviota. ¿Premonición acerca del sobrenombre de la Primera Dama de 30 años después? Por supuesto que no. Simple coincidencia. De haber seguido con sus corridos hasta el año 2012, Tacho hubiera tenido que cambiar al revés de cómo lo hizo en 1982, es decir, olvidarse de la gaviota y volver a la paloma.

En el terremoto del 19 de septiembre de 1985 murió, al colapsarse uno de los edificios de Televisa, el incipiente y prometedor comentarista Félix Sordo. Esa noche, momentos antes de que entrara al aire el noticiero de Zabludowsky, Héctor Kiev tuvo el mal gusto de hacer una broma sobre el joven fallecido. (Creo que dijo que lo buscaron pero no respondió a los gritos de los compañeros porque era sordo). De ahí se agarró Jacobo para reportarlo con el señor Azcárraga, quien sin más despidió a quien un día se sintió en los cuernos de la luna de la preferencia del patrón.

Según supe, Héctor Kiev se refugió en Los Ángeles, California, ahí actuó en varios espectáculos. En 1997 regresó a México para probar fortuna en la radio sin tener mayor relevancia. Regresó a California en donde, según supe a través de amigos mutuos, murió.

La parte cómica de la anécdota corrió a cargo del simpático y pícaro empresario, Ricardo Manzano, que manejaba el Teatro-Carpa México. Cuando supo que Kiev había sido despedido, le ofreció un contrato para un espectáculo que se llamaría: “El corrido de Televisa”.

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—Oiga amigo, ¿qué hace en el balcón?

—Me voy a tirar.

—Pero, ¿por qué?

—Mi mujer me dejó.

—Ah bueno, si ella le dio permiso…

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