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El domingo pasado se realizó en CdMx la marcha más nutrida hasta ahora en rechazo al presidente Andrés Manuel López Obrador. También hubo manifestaciones en otras ciudades, aunque fueron más pequeñas. Todas llevaron el sello de la clase media-alta y la ausencia de liderazgos reconocidos.

Nadie puede regatearle méritos a una convocatoria que movilizó a miles de ciudadanos y que podría ser el germen de algo más grande en el futuro. Sin embargo, lo que vimos este domingo no deja de ser una suerte de catarsis social sin trascendencia política.

En primer lugar, no veo agravios directos que puedan mantener movilizada a la gente. Si bien seguramente las personas que participaron no votaron por AMLO, son pocas las que podrían listar decisiones de gobierno o políticas públicas que hayan tenido impacto en sus vidas.

Las consignas contra el autoritarismo, la ilegalidad o la inseguridad no son nuevas ni parecen ser las causas de fondo del enojo. Las motivaciones de quienes salieron a marchar son muchas, pero pienso que destaca entre ellas el rechazo a un discurso y a un estilo del Presidente que provocan irritación y temor en estos grupos sociales. La mayoría no protestó por lo que les han hecho, sino por lo que les han dicho y por el miedo a lo que podría sucederles si se sacude el orden social al que están habituados.

Además, no se perciben objetivos claros. Planteamientos como la renuncia del Presidente no dan para una movilización social continua. Así como las marchas por la desaparición de los 43 fueron perdiendo fuerza sin que los normalistas aparecieran con vida o sin que Enrique Peña Nieto dejara el cargo —dos demandas centrales de esas protestas—, estas últimas también terminarán diluyéndose si no definen propósitos claros y realistas.

Finalmente, para que estas acciones sociales alcancen el ámbito político, se requieren liderazgos que hoy no se vislumbran, ni entre los convocantes ni en los partidos. El PAN tendría posibilidades, pero aún no se levanta de la lona.

Sin agravios directos, objetivos claros ni liderazgos visibles, estas expresiones colectivas difícilmente dejarán el terreno de las emociones para pasar al de la acción política con causa y consecuencias.