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Ebrard se tiene que tragar el sapo hoy, pero México es “tercer país seguro” para Estados Unidos desde antes que la 4T tomara el poder de manera oficial, y Peña la dejó gobernar, aunque él viviera aún en Los Pinos: Olga Sánchez lo anunció en noviembre al The Washington Post.

La entonces “próxima secretaria de Gobernación” le dijo al diario estadounidense que “el próximo gobierno” iba a crear una zona donde vivieran los migrantes en la frontera mexicana, mientras Estados Unidos examina sus peticiones de entrada. O sea: un “tercer país seguro”.

De aquello hace ya casi un año, pero el canciller Ebrard está poniendo su cara hoy en Estados Unidos diciendo que “México no es ni aceptará ser tercer país seguro, tenemos mandato en ese sentido del presidente de la República y es consenso en el Senado de todas las fuerzas políticas”.

Todo el que quiera puede decir lo que quiera, pero, en los hechos, México funciona como “tercer país seguro” para Estados Unidos, o como “sala de espera”, o como le deseen llamar al hecho de que México acepta a los migrantes que le manda Estados Unidos mientras decide si los recibe.

Y también trabaja como gendarme fronterizo de Estados Unidos, al:

1.- Aceptar que esperen en el lado mexicano de la frontera norte 13 mil migrantes que aguardan a que Estados Unidos les dé una cita para ver si aplican para solicitar asilo.

2.- Expulsar por día a sus países de origen a 727 migrantes que pasan por aquí con el objetivo de cruzar al otro lado.

3. – Tener retenidos en Chiapas a 15 mil migrantes que llegaron aquí con el objetivo de cruzar al otro lado.

4.- Que les arresten a 26 mexicanos por hora que salen de aquí con el objetivo de cruzar al otro lado.

Sin embargo, es producto de un pecado original lo mal que le está yendo a este gobierno con Estados Unidos en el tema migratorio: el pecado original de aceptar que Estados Unidos metiera a la migración y a la economía en el mismo saco de las relaciones bilaterales.

Un pecado original inevitable, por demás, para este gobierno, porque sabía que su programa económico sería un desastre (cancelación del NAIM, programas clientelares de gasto demenciales) y que iba a depender casi absolutamente del tratado comercial con Estados Unidos.

Y cayó en la trampa de hacer concesiones a una potencia sin siquiera sentarse a la mesa: asumía el poder en diciembre, pero en noviembre aceptaron ser “tercer país seguro”. Debieron pedir consejo a sus aliados en La Habana: llevan 60 años sin conceder. Por eso los respetan.

Les dirían: no les des un dedo…

Porque te pedirán la cabeza.