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La rivalidad no ayuda a ninguno pero sí perjudica a América Latina, que no tiene guerras en su historia pero sí infinidad de pequeños agravios, considera José Antonio Ocampo, ex ministro de Hacienda de Colombia.

La competencia entre México y Brasil le ha hecho mucho daño a la integración de América Latina, dice José Antonio Ocampo. La falta de colaboración entre los dos gigantes ha imposibilitado pensar en una escala continental y tener los beneficios de una colaboración más plena, explica este personaje que fue ministro de Hacienda de Colombia, director ejecutivo de la Cepal y ahora es el director de la Escuela de Asuntos Públicos Internacionales de la Universidad de Columbia.

“Es una situación en la que Brasil no apoya lo que propone México y los mexicanos no apoyan lo que proponen los brasileños”, me explica en una entrevista durante la XVII Conferencia anual de la CAF, en Washington. Esta rivalidad lleva mucho tiempo, pero en su versión contemporánea tomó fuerza a partir de la firma del TLCAN, según el colombiano. “Los brasileños respondieron con el Mercosur”.

Ocampo es parte de una generación de tecnócratas que transformaron las políticas públicas a fines de los ochenta y principios de los noventa. Coincidió con Pedro Aspe, José Ángel Gurría y Guillermo Ortiz. Considera que la integración de América Latina es un asunto pendiente. No sólo es comercio, sino intercambio científico tecnológico y educativo. “El sector privado va adelante en el proceso, pero faltan las mipymes”.

Descarta que el problema sea ideológico entre México y Brasil. “En Europa colaboran gobiernos de derecha y de izquierda, además han tenido guerras. ¿Por qué aquí no se puede? Es buen negocio y se genera prosperidad. América Latina no tiene en su historia esas grandes guerras pero sí infinidad de pequeños agravios, desdenes”.

En todo esto, los desencuentros de México y Brasil son más importantes por el peso de estos gigantes en la región. La Unión Europea no se hubiera alcanzado sin la alianza de Francia y Alemania. “En México creen que les va mejor si a Brasil no le va tan bien. En Brasil piensan lo mismo respecto a México. Yo creo que a todos nos iría mejor si a los dos les fuera bien”. Ocampo habla con serenidad y tiene las ventajas de su perspectiva. Ha estado en la cocina de la política económica de América Latina desde hace tres décadas.

Ocampo sigue con atención el proceso de reformas que vive México. Le interesa mucho la forma en que se integrará la política social a los cambios económicos. También observa con atención la política exterior. “Hay muchas cosas que reconozco que están haciendo bien. De cualquier modo, quiero subrayar que México parece no tener una estrategia de integración latinoamericana. O, si la tiene, yo no la conozco”.