Respetar la autonomía del Banco de México también implica el nombramiento de los mejores perfiles para la muy difícil labor de determinar la política monetaria
El jueves de la próxima semana la Junta de Gobierno del Banco de México dará a conocer su decisión de política monetaria, la última del año, que claramente anticipa una nueva baja en la tasa referente para, seguramente, cerrar este 2024 en 10 por ciento.
Esta reunión del 18 y 19 de diciembre tendrá esa parte nostálgica de ser la última en la que tome parte Irene Espinosa Cantellano, quien llega al final de su mandato. No hay duda de que se le va a extrañar por ser una gran economista, por supuesto, pero también por un posible giro que pudiera tener la Junta de Gobierno a partir del próximo año.
El mandato elemental del banco central mexicano es mantener la inflación baja y estable, procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, dice la ley.
No es tarea del Banxico, como sí lo es, por ejemplo, de la Reserva Federal de Estados Unidos, procurar el pleno empleo, esto es, buscar que la economía crezca.
Sin embargo, desde el sexenio pasado parece haber algunos integrantes de la Junta de Gobierno que han querido incorporar de facto ese mandato dual que no está en las leyes mexicanas.
Las minutas de las reuniones de toma de decisión de la política monetaria de la Junta de Gobierno son muy transparentes para quien conoce a sus integrantes.
Sin embargo, algunos miembros de esa junta, como la gobernadora Victoria Rodríguez Ceja o el subgobernador Omar Mejía Castelazo, no han tenido empacho en mostrar públicamente, en declaraciones a la prensa o en foros abiertos, su preferencia porque el costo del dinero no interfiera en el crecimiento de la economía.
Hasta hoy, con la integración vigente de la Junta de Gobierno, el banco central se muestra estricto. Fue de las primeras instituciones monetarias en encarecer el costo del dinero tras la pandemia de Covid-19 y hasta hoy, en sus determinaciones monetarias, se muestran congruentes con combatir cualquier desviación en el proceso de desinflación.
Pero el cambio en la alineación que viene, con la salida de Espinosa, quien claramente defiende la letra del mandato, puede desbalancear el sentido de la votación de la Junta de Gobierno y convertirse en un banco laxo.
Eso es algo que hoy no sabe el mercado, porque solamente la presidenta Claudia Sheinbaum y su secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, podrían tener claridad sobre el perfil de quien en 20 días más habrá de convertirse en integrante de la Junta de Gobierno del Banco de México.
Y así como puede ser un nombramiento impecable, de alguien que tenga claridad y compromiso con la autonomía del Banxico, en este régimen también ha habido espacio para las Lenias o las Piedras que rompen todo sentido común.
Porque, respetar la autonomía del Banco de México, como se ha prometido hasta el cansancio desde el poder presidencial, también implica el nombramiento de los mejores perfiles para la muy difícil labor de determinar la política monetaria.
Y la verdad es que claramente las autonomías estorban al régimen y hay una evidente urgencia de alcanzar los objetivos de expansión económica que hagan creíble el proceso de corrección fiscal. Así que, hay que ponerle atención a ese nombramiento.
Respetar la autonomía del Banco de México también implica el nombramiento de los mejores perfiles para la muy difícil labor de determinar la política monetaria.
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