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Winter is coming. El invierno se acerca. El segundo trimestre del 2020 producirá unos números económicos tan fríos que nos llevarán a la dimensión desconocida. Para México, el Bank of America anticipa un 34 bajo cero de abril a junio. Es el más pesimista, pero los pronósticos son tan negativos que el más optimista coloca -6 por ciento.

Será terrible. Nuestra referencia contemporánea más negativa es la crisis de 1995. La economía en ese año cayó un poco más de 6 por ciento. El segundo peor registro corresponde al 2009, también con seis bajo cero. Esos números nos dan una idea muy pálida de lo que nos espera. Para encontrar una caída de 2 dígitos tendríamos que viajar nueve décadas atrás. En 1932, la economía mexicana tuvo la mayor caída de su historia en tiempos de paz: 14 por ciento. Era otro país, con menos de 10 millones de habitantes, la mayoría asentada en el sector rural. El producto más valioso de nuestra economía era la plata; el Banco de México, un niño de siete años de edad.

¿Cómo se vive en una economía que cae más de 10%? Para llegar a ese número se necesita un desplome del consumo; un freno drástico de gran parte de la actividad industrial y un impedimento severo para operar del sector turístico, restaurantes incluidos. Todo eso lo tenemos ahora, cortesía del Covid-19 y las medidas de control para evitar su propagación.

¿De dónde sale el 34 bajo cero de Bofa?, ¿el menos 18 de Credit Suisse? El consumo aporta dos tercios del Producto Interno Bruto (PIB) y sólo funciona a media vela. Está congelado el comercio de servicios que implica interacción cercana o cara a cara, aunque hay cierta normalidad en las ventas de productos alimenticios, además de compras de pánico de algunos artículos relacionados con la higiene. El comercio de los bienes duraderos está en modo zombi: muebles, automóviles y electrodomésticos, por ejemplo. Actividades como el turismo, que aporta 8.7% del PIB, está funcionando en alrededor de 10% de su capacidad. Son muchos los rubros que restan y muy pocos los que suman: el comercio electrónico, el gel y el papel del baño no sirven para compensar todo lo que no se mueve.

Otra parte de la caída estrepitosa del PIB se explica por el desempeño de las actividades industriales. Éstas aportan un poco más de 25% del PIB y no operan con normalidad. Están las restricciones administrativas derivadas de la calificación de actividades no esenciales y los problemas para conseguir los insumos para trabajar. El hecho es que están paradas las plantas automotrices y sus proveedores; el sector aeroespacial y también la minería y las plantas cerveceras.

Lo que ocurre en México, en el segundo trimestre, se parece a lo que pasa en el resto del mundo. Los expertos proyectan caídas superiores a 10% para economías tan diversas como Estados Unidos, India, Francia, Australia y Brasil. Del tercer trimestre en adelante, las proyecciones hacen grandes diferencias entre países.

¿Qué pasará a fines del 2020, en el 2021 y más allá? México es uno de los países emergentes que sufrirá una mayor caída y tendrá una recuperación mas lenta, coinciden los expertos. Parten del hecho de que la economía estaba muy débil, antes de la llegada del Covid-19 y expresan sus dudas sobre las medidas económicas anunciadas hasta ahora. Además, hay preocupación por el enfrentamiento entre gobierno e IP.

Hay un gran riesgo de que la economía no recupere el nivel que tenía en el 2019 sino hasta el 2023. Es un pronóstico terrible, pero basado en las circunstancias actuales y hecho con rigor. No está escrito en piedra ni es una sentencia inapelable. Muchas cosas podrían pasar si hubiera un golpe de timón o una rectificación en temas sustantivos. Los que conocen a AMLO dicen que esto es imposible, pero los que observan la realidad dicen que es inevitable. ¿Chocaremos contra la pared?