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Una pandemia podría generar presión sobre la infraestructura de la TI. Fue el gobierno de Carlos Salinas de Gortari el que bautizó la crisis de mediados de los 90 como el error de diciembre para traspasar toda la responsabilidad al nuevo gobierno.

Es un hecho, la administración de Ernesto Zedillo tuvo un primer secretario de Hacienda sin la pericia necesaria para manejar las finanzas públicas que le dejaron prendidas de alfileres, pero toda la manufactura de la debilidad financiera fue del gobierno de Salinas, de eso no hay duda.

Sí, Zedillo fue coautor de esa crisis económico-financiera sin precedentes, pero también hay que decir que ese presidente, con su capacidad técnica y el liderazgo que pudo construir, logró sentar las bases de un mejor modelo de transparencia y operatividad de la economía y las finanzas de México.

Aquel gobierno pasó del error de diciembre a la obtención del grado de inversión para la deuda mexicana. Fue en marzo del 2000, en el último año de gobierno de Zedillo, que la agencia calificadora Moody’s otorgó a México esa categoría de economía confiable para pagar sus deudas.

Parte de la herencia que recibió Vicente Fox de Ernesto Zedillo fue un segundo grado de inversión de Fitch, apenas a los 45 días de gobierno. Y, después, para despejar cualquier duda de los mercados sobre ese nuevo estatus de México como nación confiable, llegó Standard and Poor’s en marzo del 2001 a completar el cuadro de las estrellitas en la frente del grado de inversión.

Desde entonces y hasta ahora, México se ha mantenido en ese selecto club de las economías recomendadas por ser buenas pagadoras. Siempre con los altibajos propios de los ciclos económicos y las circunstancias extraordinarias, pero siempre también con el compromiso de los diferentes gobiernos de este país de hacer lo necesario para preservar esa estabilidad… hasta ahora.

Hoy el mundo entero está en crisis. Esa enfermedad tan expansiva y mortal como es el Covid-19 ha provocado en muy corto tiempo un colapso económico global, no se ha visto nada igual desde la Gran Depresión.

Pero es justo en estos momentos de caos cuando el mundo más necesita de esos líderes técnicamente capaces y políticamente aptos para hacer acuerdos y sacar la economía de esta recesión provocada por el gran confinamiento.

Hoy, ese grado de inversión que ha acompañado a México en este siglo está en riesgo. Sí, por la expansión del coronavirus SARS-CoV-2, pero también por la impericia y la falta de liderazgo para llegar a acuerdos del gobierno actual.

La justificación de Fitch Ratings en su más reciente degradación crediticia de la deuda soberana es un contundente resumen del lugar en el que estamos: “Una recuperación a partir del segundo semestre del 2020 probablemente se verá frenada por los mismos factores que han obstaculizado el desempeño económico reciente”.

Antes del Covid-19 ya estaba en el radar una posible degradación del grado de inversión de la deuda soberana mexicana, justo por ese mal manejo económico de la 4T. Digamos que la nueva cepa del coronavirus sólo aceleró el tiempo de incubación de esa baja y agravó severamente los síntomas de una economía con preexistencias de manejos económicos tóxicos.