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Es una tentación jugar con las palabras, pero no sirve de nada: la verdad es que si un país ha intervenido en asuntos internos de otros, es México. Solo que, invariablemente, para destrabar conflictos o ayudar a los damnificados de estos.

Y, siempre, como hacen el amor los puercoespines: con mucho cuidado.

Pero México sí ha desconocido dictadores: Franco, Pinochet, Somoza, Apartheid de Sudáfrica. Y de aquí vivían los guerrilleros marxistas de Nicaragua, El Salvador y Guatemala, el MIR de Chile, Montoneros de Argentina…

Hay que recordar la posición de Lázaro Cárdenas, en febrero de 1937, ante la Sociedad de Naciones, para respaldar al gobierno republicano de España:

“Bajo los términos ‘no intervención’ se escudan ahora determinadas naciones de Europa, para no ayudar al gobierno español legítimamente constituido. México no puede hacer suyo semejante criterio”.

Es histórico también lo que Cuba llama “honrosa excepción de México”, cuando nuestro país fue el único negado a romper relaciones, tras su expulsión de la OEA.

En La Habana fue elogiado como una decisión de México de no ceder ante Estados Unidos. Pero eso tiene su historia. William M. LeoGrande y Peter Kornbluh, lo revelan en Diplomacia Encubierta. Historia de las relaciones secretas entre Washington y La Habana.

“No fue fundada en una postura nacionalista. La fuerte solidaridad de la izquierda mexicana con Cuba obligaba a México a mantener lazos y a no realizar ningún esfuerzo visible por derrocar a Castro, le explicó el presidente López Mateos al director de la CIA, Allen Dulles, durante una reunión secreta en 1961. Pero prometió que México estaba dispuesto a trabajar con Estados Unidos por debajo de la mesa”.

A idea del secretario de Estado, Dean Rusk, Estados Unidos, Brasil y México hicieron un pacto secreto para que un país de la OEA (México) mantuviera relaciones con Cuba, haciendo una excepción al aislamiento de la isla.

El presidente Johnson se enteró hasta noviembre de 1964, cuando iba a reunirse con el presidente electo Díaz Ordaz, y le preguntó a Rusk si protestaba por la decisión de México de mantener relaciones con Cuba. LeoGrande y Kornbluh retoman el diálogo entre Rusk y Johnson:

–Oh, yo no tocaría el tema. Con otros países hemos hablado de lo deseable que resulta mantener una embajada latinoamericana allí. El hemisferio se siente más relajado de que los mexicanos permanezcan.

–Muy bien, eso es bueno.

Política estilo sexo a los puercoespín o no, lo que debe quedar claro es que México no puede estar al margen de la solución de la crisis institucional y política de Venezuela, donde un gobernante (con el que mantiene buenas relaciones) se saltó toda la legalidad.

Si un país tiene escuela para conseguirlo…

Es México.