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Hasta hace poco, el consenso de mercado anticipaba que la Fed realizaría su primer movimiento al alza en las tasas de interés, en siete años, durante la próxima reunión del Comité de Mercado Abierto (FOMC, por su sigla en inglés) el 16 y 17 de septiembre.

Sin embargo, los acontecimientos de los últimos días han llevado a varios observadores a anticipar que la Fed podría diferir el primer incremento en las tasas hasta diciembre o inclusive el 2016.

Aunque las minutas de la última reunión de la Fed dieron señales claras de una inminente alza en tasas para este 2015, los miembros del FOMC también fueron sumamente cuidadosos en dejar la puerta abierta para posponer el alza en caso de ser necesario.

La pregunta clave es si la situación habría cambiado lo suficiente entre la última reunión, a finales de julio, y el presente como para que la Fed posponga el alza. En el tema doméstico, la respuesta probablemente es un no.

La actividad económica ha continuado recuperándose después del bache del primer trimestre y la creación de empleo mantiene un ritmo saludable; sin embargo, por el lado externo, la respuesta podría ser diferente. La aceleración de la caída de las materias primas (principalmente el petróleo); la explosión de la burbuja en el mercado accionario chino; la desaceleración en el mundo emergente (principalmente China), y la decisión de China de devaluar su moneda están logrando lo que la crisis griega no hizo: provocar un incremento no visto desde finales del 2011 y principios del 2012 en los niveles de aversión al riesgo a nivel global —el índice VIX, que mide la volatilidad del S&P 500, llegó el martes a su nivel máximo desde noviembre del 2011.

La caída del precio de las materias primas a nivel global y la apreciación del dólar son tendencias que vienen desde el año pasado, pero el incremento en la aversión al riesgo había sido bastante contenido; no obstante, la devaluación del yuan y el riesgo de que la economía de China se está desacelerando mucho más de lo anticipado han elevado los niveles de pánico a nivel global.

Ante esta situación, no son pocos los analistas que han cambiado su apuesta de que la Fed subirá las tasas en septiembre. Aunque el escenario base sigue siendo que realice su primer movimiento en el 2015, los especialistas han comenzado a diferir su expectativa del momento de alza de septiembre a diciembre.

Un factor de peso detrás del posible diferimiento es el fortalecimiento del dólar, ya que esta situación tarde o temprano tendrá un impacto negativo en el crecimiento económico de Estados Unidos, mediante la pérdida de competitividad del sector exportador estadounidense, que podría incidir en el mercado laboral.

No obstante, a menos de que la desaceleración china resulte ser realmente profunda y la caída de los precios de las materias primas se acelere, creando una crisis de mercados emergentes más grave, se antoja difícil que la Fed posponga su decisión hacia el 2016.

Hasta cierto punto, no sería sorprendente que la Fed se sienta relativamente cómoda con el reciente ajuste en los mercados accionarios de Estados Unidos que se encontraban en máximos históricos y con una racha alcista casi sin precedente. Debemos recordar que uno de los riesgos de la política monetaria expansiva sin precedente que ha implementado la Fed es la creación de burbujas en los mercados financieros.

El reciente ajuste en los principales índices accionarios de Estados Unidos podría ser hasta cierto punto bienvenido por la Fed, pero no así la extrema fortaleza del dólar en el contexto de desaceleración de las economías emergentes.