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El presidente Andrés Manuel López Obrador se estrenó en las iniciativas preferentes con la contrarreforma al sector eléctrico por una sola razón, no quería que nada ni nadie se interpusiera ante su idea de regresar al pasado estatista a ese sector.

Y no ha tenido que engañar a nadie. López Obrador en ningún momento ha dicho que su iniciativa preferente sea por un interés en los consumidores, o en el desarrollo sano del sector eléctrico, claramente ha dicho que su propósito ha sido salvar a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Tampoco nadie puede llamarse a sorpresa porque sus diputados y senadores sean totalmente obedientes. El líder de la 4T dijo hace casi un mes que quería que pasara su iniciativa sin que le movieran una sola coma y sus diputados y senadores simplemente obedecen.

Las marrullerías de convocar a supuestos Parlamentos Abiertos, de escuchar a los empresarios y a los expertos, de que salgan los representantes parlamentarios a declarar que ellos verían bien algunas adecuaciones, todo eso no es más que un espectáculo político para los que todavía le quieran creer al cuento de que dentro de la 4T hay pluralidad. Nada, en este régimen hay una sola voz. Una.

Pero por lo pronto, hay que ver lo que en tan solo dos años han hecho con la CFE para entender por qué la urgencia de regresarle el monopolio a cualquier costo.

Los gobiernos anteriores eran muy torpes para comunicar y nunca pudieron posicionar ante la opinión pública las fortalezas que tenía la CFE y su capacidad para competir en un mercado abierto. Ni tampoco pudieron vender el éxito que fue finalmente liquidar una empresa tan ineficiente y tóxica para las finanzas como la compañía de Luz y Fuerza del Centro (LyFC), que ineficientemente dotaba de luz al centro del país.

Hoy, desafortunadamente, la CFE parece seguir los pasos de LyFC y aquella empresa que llegó a ser un ejemplo entre los mercados emergentes, hoy se hunde en muchas decisiones de corte populista. Y los que pagarán los excesos serán los consumidores de todos los niveles.

Y no es la competencia de los particulares la que tiene hoy a CFE con pérdidas multimillonarias por dos años consecutivos. Ese es el discurso que quieren presentar, la realidad es que hay una depredación de la empresa con fines electoreros.

Hay que ver las cifras. Durante los dos últimos años del gobierno de Enrique Peña Nieto, la CFE tuvo ganancias, en 2017, de 77,150 millones de pesos, durante 2018, de 110,000 millones de pesos. Hay que ver los números de los dos primeros años de gobierno de López Obrador, durante 2019 CFE tuvo pérdidas por 40,400 millones de pesos y el año pasado pérdidas por 78,900 millones de pesos.

Pero, desde el año pasado, por instrucciones directas del presidente López Obrador los trabajadores de CFE tienen beneficios de jubilación anticipada que ningún trabajador de ese sector tiene y las prestaciones laborales no corresponden ni a la situación financiera de la empresa, ni a ningún estándar de productividad. Evidentemente, las principales pérdidas de CFE son en la carga laboral.

La decisión es, pues, paliar esas malas decisiones con un regreso al monopolio eléctrico.