Lo que espero es que el equipo de la presidenta Sheinbaum esté abocándose a los planes B que podría tener Trump para alcanzar sus objetivos
LIC. JESÚS RAMÍREZ CUEVAS,
COORDINADOR DE ASESORES,
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA:
Mi legado más orgulloso será el
de pacificador y unificador.
Donald Trump
Me temo que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca obligará al equipo de la doctora Sheinbaum a afinar al máximo su ingenio. De una parte, está lo que el presidente de EUA dice, de la otra lo que puede hacer y más allá lo que sí hace. Porque las tres no necesariamente guardan coherencia entre sí. Tú que conoces muy bien la racionalidad populista, has de entenderlo mejor que nadie.
En su discurso inaugural, míster Trump afirmó que su país “está siendo un refugio para muchos delincuentes. Muchos vienen de centros psiquiátricos que han entrado en nuestro país de manera ilegal, provenientes de todo el mundo”. Por supuesto, no hay ninguna cifra o estudio serio que respalde tal afirmación, Jesús, pero sirve para la construcción de la posverdad que todo populista requiere.
También afirmó que va a “restaurar la política de ‘Quédate en México’”, como si nuestro país no tuviera algo de opinar al respecto. Durante su primer mandato, míster Donald ordenó la implantación de los Protocolos de Protección la Migrante (MPP), los cuales incluían a México como tercer país seguro de facto.
Poco a poco, la pasada administración se esforzó por contener la migración en la frontera sur, al punto de que los cruces ilegales se redujeron al 20%. A esta disminución también contribuyó el programa CBP One implantado por la administración Biden, el cual ha llevado a que los migrantes prefieran ingresar por los cruces oficiales, según indican los datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
Y para rematar sobre el asunto migratorio, aseguró que la frontera con México será declarada zona de emergencia y, en consecuencia, movilizaría al Ejército para detener a los migrantes. Trump tendría problemas para que el Congreso apruebe la aplicación de tal orden ejecutiva, pues los republicanos en la Cámara de Representantes solo tienen cinco votos de diferencia sobre los demócratas y en el Senado solo seis; no todos los republicanos están convencidos que militarizar la frontera sea lo que más conviene al gobierno.
Ante una eventual negativa del Congreso, el presidente estadounidense buscaría desplazar a la Guardia Nacional a la frontera, pero antes tendría que definir ante el Congreso cuáles serían sus atribuciones, hasta dónde llegaría su autoridad frente a las autoridades locales, cuáles serían los procedimientos en el trato y detención de migrantes, así como el mecanismo de expulsión; es decir, si será simplemente hasta el lado mexicano de la frontera o se enviará al migrante a su país de origen.
Lo que sí está al alcance inmediato de Trump es la deportación de todos aquellos migrantes que cometieron algún delito, pues de todos ellos las autoridades federales y/o locales tienen datos de localización para proceder a su expulsión.
Para poner los pelos de punta, estimado Jesús, es la intención trumpiana de desconocer la nacionalidad por nacimiento cuando uno de los padres es indocumentado. De acuerdo con datos del Pew Research Center hay alrededor de 4.4 millones de niños y 1.4 millones de adultos con un padre migrante ilegal.
Esta iniciativa tampoco prosperaría fácilmente pues implicaría retroactividad y la reinterpretación de la 14ª Enmienda de la Constitución; eso sin contar con la oposición de organizaciones de derechos civiles que llevarían el asunto ante los jueces y, con toda seguridad, hasta a la Corte Suprema.
En cuanto la orden ejecutiva que declara terroristas a los narcos apelando a la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, eso no necesariamente supone que el Ejército venga a nuestro territorio a combatirlos. De una parte, hay precedentes legislativos (Ley Posse Comitatus) que limitan el uso de las tropas en servicio activo, pues no se trata de una guerra formal que avale la movilización. De la otra, al Departamento de Defensa no parece agradarle que el Ejército se involucre en la guerra contra el narco por la capacidad de corrupción de los cárteles.
Lo que sí puede hacer Trump es congelar bienes, deportar involucrados, negar visas, hacer seguimiento de las armas y, sobre todo, imponer sanciones económicas a los países origen de dichos narcos, así como una manga ancha para la DEA y el FBI en operaciones encubiertas.
El espacio se me acaba, así que mañana comentaré la salida de EUA del Acuerdo de París para combatir el cambio climático y la mucha pasión que Trump parece sentir por la industria automotriz.
Así que por hoy concluyamos, Jesús, que no vale la pena engancharse en las peleas discursivas, cuyo único propósito es reforzar las simpatías hacia el presidente. Si sus órdenes ejecutivas se topan con obstáculos legales, siempre tendrá a quién echarle la culpa (¿te suena familiar la táctica?).
Lo que espero es que el equipo de la presidenta Sheinbaum esté abocándose a los planes B que podría tener Trump para alcanzar sus objetivos.
A esos sí que hay que tenerles miedo.
Con la colaboración de Upa Ruiz
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