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Lejos de escalar el pleito luego de la reacción presidencial por criticar la política federal de seguridad, las conferencias del Episcopado Mexicano y Superiores Mayores de Religiosos de México, así como la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, convocaron para el domingo 10 a una jornada de Oración por la Paz.

El acuerdo se dio unas horas después de que López Obrador dijera que “los adversarios nuestros, como no han podido imponerse, ahora están queriendo que entremos a una polémica con las Iglesias (…).

Ya estoy viendo la mano negra, ¿no?, de los conservadores que quieren ahora echarnos encima a las Iglesias…”. Contra su pronóstico, el llamado fue prudente:  “La sangre derramada de estos hermanos y hermanas es la sangre de Jesús que cae a la tierra para hacerla fértil y emprender un camino por la paz. Necesitamos estar unidos en este momento en que la indignación de nuestro pueblo, ante la barbarie de la violencia, nos está abriendo una puerta para la paz”.

Sugirieron que en las misas se recuerde a todos los sacerdotes y religiosos asesinados en el país (contados los dos jesuitas de la Tarahumara suman 107 en los diez años recientes).

Proponen colocar en los templos “fotografías de estos hombres y mujeres que han dado su vida por el pueblo de Dios y recibido la muerte violenta”, y se haga lo mismo en “oraciones comunitarias” para todos los desaparecidos o asesinados y “cualquiera en situación de exclusión o vulnerabilidad”.

El acuerdo incluye que el 31 de julio “pidamos por los victimarios, oremos por sus vidas y la conversión de sus corazones: tendamos la mano para recibirlos con el corazón arrepentido a la casa de Dios.

Ellos también son nuestros hermanos y necesitan de nuestra oración…”. La convocatoria fue saludada por López Obrador: “Celebro el comunicado de la Iglesia católica y los jesuitas, porque están hablando de ayudar para que entre todos construyamos la paz, es otro tono. Lo que me importa es el humanismo, que es la esencia del cristianismo, porque ya estaba escuchando otras voces fascistoides de la ‘Ley del Talión’ —el que a hierro mata a hierro muere—, y eso no tiene que ver con el comportamiento de las iglesias ni de ninguna persona con buenos sentimientos, y entender que todos los seres humanos nacemos buenos, no somos malos por naturaleza…”.

Lo que parece poner término al duelo de declaraciones pudiera, sin embargo, no ser el punto final, ya que el mismo lunes supo de la golpiza que cinco días antes un maleante propinó al sacerdote Mateo Calvillo Paz en Queréndaro, Michoacán, y aún más: durante la octava caminata por la Paz en Cuernavaca, el obispo Ramón Castro Castro declaró: “Nunca será lícito ni legal que la autoridad civil claudique de su responsabilidad en materia de seguridad y paz social.

Para eso tienen el poder y uso legítimo de la fuerza”, y dijo que lo de abrazos, no balazos “es demagogia y hasta cierto punto complicidad…”.

Amén.