Con tales “evidencias” el Ministerio Público jamás abrirá una carpeta de investigación…
A pesar de que magistrados y consejeros del Tribunal y el Instituto electorales afines a la 4T han impedido aplicar “medidas cautelares” contra la intromisión presidencial en las ilegales precampañas, el mandatario asume como agravio los tímidos llamados a que se modere, insiste en denostar a la Suprema Corte y tergiversa la única responsabilidad que está obligado a cumplir.
La semana pasada, al comentar que el INE se animó a bajar de las redes algunas de sus mañaneras, espetó:
“Ya es como la Santa Inquisición, ya es (son) el instituto de la censura, el INE, el Tribunal y la Suprema Corte del Derecho, que no de la Justicia…”.
La exageración es obvia, pero lo delicado es que insista en continuar interfiriendo en asuntos preelectorales con el declarado propósito de hacer algo para lo que no tiene facultad alguna.
Alguno de los “periodistas” a modo le preguntó si el Tribunal y el INE violan sus “derechos humanos”.
“¡Sí, sí! Ayer hablé que lo iba yo a acatar bajo protesta, porque tienes razón: además de que limita mi libertad, me impide informarle al pueblo que hay un grupo que está acechando, porque quiere regresar al gobierno para robar, para quitarle al pueblo su futuro”, dijo, a pesar de que ni la Constitución ni las leyes prevén que el presidente en turno sea vigía o se ponga a “echar aguas” para prevenir a nadie de supuestas intenciones.
AMLO se adjudica esos papeles como si fueran su deber:
“Es una obligación que tengo, es decir, luchar por la justicia y por la democracia…”.
No. Desde luego no: su única obligación es respetar y hacer valer la Constitución y las leyes, compromiso exclusivo que protestó honrar al tomar posesión de la primera magistratura.
Para “luchar por la justicia” están las procuradurías o fiscalías y un Poder distinto por completo al suyo: el Judicial. Y la batalla “por la democracia” es la que dio como líder social y candidato; es de la sociedad y las instituciones creadas ex profeso como los partidos y las autoridades electorales.
El Presidente lo es de todos los mexicanos y debe garantizar la vigencia y el ejercicio libre de la democracia.
Desatina cuando se pregunta:
“¿Cómo es que no voy yo a advertirle a la gente de que hay una pandilla de rufianes que quieren de nuevo tomar el gobierno para saquear y mantener en el abandono a la mayoría de los mexicanos? ¿Por qué no lo voy a decir…?”.
Pues porque lo procedente sería que su consejera jurídica (cuando vuelva de vacaciones y se dé por enterada de las resoluciones del INE) presente la denuncia formal ante la Fiscalía General de la República que, dicho sea de paso, nada podrá hacer contra las imaginativas acechanzas, toda vez que el sospechosismo de AMLO se basa en interpretaciones como ésta:
“Yo hablé en su momento, porque estaban ya muy descarados. Están, pero con una maniobra, como en el tiempo de Fox, con una estrategia publicitaria queriendo engañar a la gente”.
Con tales “evidencias” el Ministerio Público jamás abrirá una carpeta de investigación…