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En su mayor parte y a punto de concluir, con excepción del testimonio que rindió este martes su esposa Cristina, el juicio contra Genaro García Luna se ha circunscrito a las poco fiables y disparatadas declaraciones de criminales confesos, sin que la fiscalía exhibiera una sola prueba del involucramiento del ex secretario mexicano de Seguridad con el narcotráfico.

De las deposiciones en apoyo de la acusación (menos de 30 de las 70 prometidas), la que mayor expectación causó fue la del cooperante estelar Jesús Reynaldo El Rey Zambada, quien este lunes hizo afirmaciones tan falsas como que la Policía Federal y la Agencia Federal de Investigación apoyaron con un helicóptero el primer escape del penal de Puente Grande, Jalisco, de Joaquín El Chapo Guzmán, ocurrido el 19 de enero de 2001.

La patraña es grotesca: en esa fecha de virtual arranque del gobierno de Vicente Fox, la PF dependía de la Secretaría de Seguridad Pública que encabezaba el actual fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, y la AFI que comandaría García Luna no existía: nació en noviembre de aquel año, a 10 meses de evadido El Chapo.

Más: el cuento de los “ocho” millones de dólares que originalmente aseguró haberle dado bajó a “cinco” divididos en tres y dos a finales de 2006, cuando GGL estaba saliendo de la AFI y, tres semanas después, como secretario federal de Seguridad Pública.

Pero las cantidades son lo de menos frente a la escena de los presuntos cochupos: el restorán Champs Elysées.

El jurado que definirá la suerte del ex funcionario no ha de tener idea de lo que eso significa: que el acusado se reunía con peligrosos criminales para quienes dizque trabajaba en las narices de los agentes de la CIA, el FBI, la DEA y demás personal del Departamento de Justicia estadunidense adscrito a la embajada, en la acera de enfrente del comedero (desaparecido ya), en la avenida Reforma.

Y ahora resulta que no lo sobornó personalmente sino a través de un litigante a su servicio (Óscar Paredes, que ya murió), en billetes empacados en “un portafolios grande como los que usan los abogados” y una maleta deportiva, y luego el resto en una mochila.

Aseguró saber también que Arturo Beltrán Leyva (no El Chapo) le pagaba un millón y medio de dólares mensuales a García Luna por su “protección”.

De las rendidas en 2012, 2013 y 2018 entre las seis distintas y contradictorias declaraciones de Zambada como testigo cooperante, la defensa puso un explosivo cascabel al gato al recordarle al delincuente sus dichos de que sobornó con tres y hasta siete millones de dólares al respetable ex subsecretario de Seguridad en la capital mexicana Gabriel Regino en el gobierno de Marcelo Ebrard, porque, aseveró ayer, “era para una campaña, pero no de López Obrador…”.

Mentiroso contumaz y calumniador, el principal testigo de la fiscalía viene sembrando insidias tan demenciales como esa o la que se le tomó en serio (en el juicio de El Chapo) y motivó la acusación que puede costarle morir en prisión a Genaro García Luna.