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El pasado 20 de septiembre, ante la versión de que el asesino de Luis Donaldo Colosio decía que Carlos Salinas de Gortari ordenó torturarlo, el presidente López Obrador comentó:

“Que voy a llamar a cuentas a Carlos Salinas porque lo va a acusar Aburto, el que presuntamente asesinó a Colosio; ¡no, no!, no presuntamente, sí, él fue el que asesinó a Colosio. Aquí aprovecho para decirle al licenciado Salinas que no se preocupe, porque no he recibido ni un solo informe ni un escrito sobre esto…”.

Al margen de que correspondería a la Fiscalía General de la República “llamar a cuentas” al ex presidente, el pretexto ha cambiado pero no los apetitos cuatroteros de perseguir penalmente a quien, desde que gobernó la capital, AMLO apodaba El innombrable, El jefe de la mafia del poder o El chupacabras.

Eso lo sabe muy bien el fiscal Alejandro Gertz Manero, quien se esmera en halagar al presidente, ahora con la provocadora y descocada reapertura del caso Colosio, enlazando al falso “segundo tirador” Jorge Antonio Sánchez Ortega con el detestado ex subdirector operativo del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, Genaro García Luna, y el cuarto director del Cisen, Jorge Tello Peón, con el odiado Carlos Salinas, lo que configuraría un apetitoso “crimen de Estado”.

López Obrador hizo ayer esta reflexión:

“Si es un tirador solitario, esa es una motivación, aunque sea redundante, personal. Si interviene otra persona y además es de una institución del Estado, ya hay una connotación distinta, pero hay que agregar que a este personaje, según la investigación de la Fiscalía, quien va a rescatarlo es nada más y nada menos que García Luna, que trabajaba en el Cisen. Es lo que dice la Fiscalía”.

Al razonar su inconformidad con la negativa de un juez federal de otorgar una orden de aprehensión contra Sánchez Ortega, la servicial institución “independiente” difundió también (comunicado 044/24 del 29 de enero):

“En este caso, el juez llegó hasta el extremo de emitir consideraciones de orden personal en contra del Ejecutivo Federal, lo cual es absolutamente inadmisible en un proceso de esta importancia, demostrando así que los delitos de carácter político, al igual que los de grandes despojos patrimoniales vinculados con gobiernos anteriores, se obstaculizan judicialmente para impedir que la justicia los alcance”, con lo que no únicamente lambisconeó al presidente, sino se sumó a las descalificaciones del oficialismo al Poder Judicial de la Federación.

Carlos Puig resumió este martes en estas páginas el cúmulo de pruebas de descargo a favor del ex agente del Cisen e ironiza:

García Luna, a sus 26 años, “mandó a Sánchez Ortega a matar a Colosio, piensa Gertz”, y los conspirólogos (Tello incluido) “sonríen en Palacio…”.

El nefasto Pablo Chapa Bezanilla inventó una conclusión igualmente idiota pero menos ridícula: que los autores intelectuales del asesinato fueron José María Córdova Montoya, Manuel Camacho Solís y, desde luego, Carlos Salinas de Gortari…