Elecciones 2024
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No se publica tanto en nuestra prensa, absorbida por el advenimiento de la Cuarta Transformación, pero en Nicaragua, barrio abajo hacia el subcontinente, el gobierno populista de Daniel Ortega asesinó desde abril a más de 300 opositores, durante protestas en su contra.

Aunque, vamos, un poco de historia siempre ayuda:

–Nicaragua era una democracia encaminada a consolidarse, cuando Ortega ganó las elecciones en 2006 y recibió un Estado casi sin deuda ni déficit y una economía sana. Ortega instauró un Estado asistencial y desarrolló planes para regalar comida y medicinas a cambio de popularidad.

Con mayoría absoluta en el Congreso y en más de la mitad de los congresos locales, cambió la Constitución para poder reelegirse, declaró ilegal la oposición. En 2016 se reeligió sin tener que hacer campaña, en unos comicios en los que prohibió a observadores extranjeros.

En el paroxismo de su poder absoluto, Ortega se apropió de los medios, eliminó el aborto (que estaba permitido desde los años 90) nombró a su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta y sucesora oficial, y designó a un amigo muerto como presidente del Congreso.

Pero el poder absoluto siempre provoca escasez: Nicaragua perdió medio millón de reses, 390 millones de libras de frijoles y 110 millones de libras de maíz. Sin embargo, Ortega es un genio: ordenó a los ciudadanos criar y comer iguanas para sustituir la carne de res. Dice que las iguanas son pura proteína.

Ahora, regresemos a la actualidad:

El pasado 18 de abril Ortega ordenó reprimir protestas provocadas por su anuncio de reformar por decreto el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, para aumentar las contribuciones de trabajadores y empresarios e imponer una retención del cinco por ciento a los jubilados.

Los grupos de jubilados, empresarios y universitarios que se lanzaron a las calles fueron atacados por simpatizantes del partido de Ortega (FSNL), policías secretos en moto, francotiradores y el Ejército. Van más de 300 asesinados, ejecutados con un tiro en la nunca, bebés quemados vivos.

El novelista Eliseo Alberto escribió que “la historia es una gata que siempre cae de pie”. Esa línea hace recordar que un ideólogo del populismo, Silvio Rodríguez, escribió en 1982 “Canción urgente para Nicaragua”, para defender la dictadura por las armas que había impuesto Ortega:

Se partió en Nicaragua, otro hierro caliente

Con que el águila daba, su señal a la gente

Se partió en Nicaragua, otra soga con cebo

Con que el águila ataba, por el cuello al obrero

El “águila” de entonces era la dictadura derechista de Somoza. El “águila” de hoy es la dictadura populista que le regalaron las urnas a Ortega.

Porque al populismo la dictadura le es otorgada. Se la obsequia el voto de la gente enojada.