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México ha captado casi 13,000 millones de dólares de inversión directa de automotrices en los últimos cinco años. ¿Quieren concentrarse en el lado bueno de esto?

Estas inversiones atraen capitales adicionales de los proveedores, producen desarrollo regional y generan empleo de calidad. Poco a poco refuerzan a México como una potencia automotriz global.

¿Les interesa el lado oscuro de este boom? Los gobiernos estatales han entrado en una competencia absurda para quedarse con una planta automotriz. Ofrecen incentivos equivalentes hasta a 47% del capital que la empresa invertirá. Firman acuerdos de confidencialidad para no dar a conocer los recursos entregados. La opacidad de las negociaciones se convierte en el escenario propicio para actos de corrupción. Hay transferencia de recursos públicos a particulares que, muchas veces, no tienen que ver con la empresa automotriz que hará la inversión.

La tensión que ahora existe entre el gobernador de Nuevo León y Kia ejemplifica esta situación. Rodrigo Medina, como gobernador del estado, ofreció incentivos por 310 millones de dólares para captar una inversión directa de 2,000 millones. La Ley de Fomento a la Inversión y el Empleo de Nuevo León establece un tope para los apoyos de 5% de la inversión total. Como se trataba de una cantidad equivalente a 15.5% se usó una ventana legal que permite superar el tope. Logró la aprobación de un consejo donde participan la IP y el gobierno.

¿El fin justifica los medios? Para Nuevo León significaba conseguir su primera planta automotriz. Algo relevante, porque ese estado ha sido líder nacional en autopartes y metalmecánica desde hace años, pero había sido opacado por el éxito del Bajío, en la atracción de armadoras automotrices. Así, la inversión de Kia se volvió trascendental. En su atracción participó también el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo. Es neoleonés y cuando se negociaba era aspirante a gobernar su estado.

Si Jaime Rodríguez no hubiera ganado la elección, los incentivos a Kia no estarían a revisión. El inesperado triunfo de El Bronco, sumado a la crisis de finanzas públicas neoleonesas le dio un giro a este asunto. Los detalles del acuerdo entre Nuevo León y Kia causan controversia, como un efecto secundario de la llegada al poder de un candidato independiente.

¿Está obligado Nuevo León a cumplir? El asunto es muy delicado. Un incumplimiento podría generar un mal precedente y prender las luces de alarma en el tablero nacional. Si se pone de moda revisar y renegociar los incentivos, veremos un freno a la inversión automotriz. El otorgamiento de grandes incentivos a automotrices ha sido una práctica generalizada que ha sido aprovechada por las corporaciones. Ellas ponen a competir a los estados. El que no tira la casa por la ventana, no consigue la inversión. No pregunten a Rafael Moreno Valle cuánto ofreció a Audi para que invirtiera en Puebla. Es información reservada.

Del otro lado, es imposible para el gobierno de El Bronco quedarse quieto y avalar cada una de las operaciones relacionadas con la instalación de Kia. Los negocios de especulación inmobiliaria hechos por amigos de Rodrigo Medina no tienen pretexto. Fueron cometidos al amparo de convenios de confidencialidad. Dos compinches de Medina compraron un terreno a 55.3 millones de pesos. Quince meses después, lo revendieron al gobierno a 186.4 millones, para que éste lo entregara “gratis” a la automotriz, como incentivo a la inversión.

El secretario Guajardo ha entrado a escena y aparece como un árbitro natural entre Kia y el Bronco. Él ha sido un entusiasta y honesto promotor de la inversión automotriz (que no puede dar la cara por todo lo que ha ocurrido en cada estado, ni siquiera en el suyo). Si logra un acuerdo en este caso reencauzará una inversión que puede significar 10,000 empleos para Nuevo León. Ojalá que lo consiga. Si el petardo Bronco-Kia estalla, el boom automotriz puede hacer PAAAAFFF en otros lados.

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