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Este miércoles el primer ministro conservador del Reino Unido, Boris Johnson, declaró que solicitará a la reina suspender la sesión del parlamento que comenzaría en septiembre con el objetivo de evitar que algunos legisladores intenten posponer la salida del Reino Unido sin un acuerdo con la Unión Europea (UE).

En abril, el Reino Unido y la UE acordaron posponer la fecha límite para llegar a un acuerdo de salida al 31 de octubre. Sin embargo, la prórroga no logró que alguna de las partes suavizara su postura en los temas críticos de la negociación, dando pie a la elección de Boris Johnson como primer ministro de Reino Unido. Boris Johnson, que está en el ala más radical del Partido Conservador, busca cumplir, a toda costa, el mandato de salida emanado del referéndum del 2016 aunque el divorcio se dé sin un acuerdo que permita una transición ordenada.

El escenario de salida sin acuerdo, también conocido como Hard Brexit, que los mercados ya están parcialmente descontando, tendría consecuencias muy negativas para el Reino Unido. El Reino Unido ha obtenido beneficios tangibles de su membresía en la UE, principalmente en la forma de una disminución en las barreras comerciales y un fuerte incremento en el comercio. Actualmente 50% de las exportaciones del Reino Unido tiene como destino la UE mientras que en 1973, antes del establecimiento de la Comunidad Europea, esta cifra era apenas de 30 por ciento.

Son muy pocos los estudios serios que identifican un beneficio económico neto al escenario de salida y en todos los casos esto dependería de una acelerada negociación de nuevos tratados comerciales. Para emular a Suiza o Noruega —países que no son parte de la Unión Europea, pero que gozan de un alto nivel de integración comercial— se requeriría realizar una gran cantidad de tratados específicos con la UE y otros países para tener acceso preferencial a estos mercados.

La experiencia de Suiza nos dice que el Reino Unido puede sobrevivir fuera de la UE, pero que para lograrlo tiene mucho trabajo por hacer y un costo inmediato del que difícilmente podrá librarse. De acuerdo con un estudio realizado por la London School of Economics, el costo para el Reino Unido de abandonar la UE podría representar entre 1 y 3% del PIB, aproximadamente. Aunque la economía del Reino Unido representa poco más de 2% del PIB global, el Hard Brexit tendría consecuencias que trascienden las fronteras británicas e incluso europeas. El primer canal de contagio del Hard Brexit es, sin duda, a través de la inestabilidad generada por la volatilidad en los mercados financieros que ya estamos comenzando a vivir.

Una salida sin acuerdo contribuiría a la creciente ola de aversión al riesgo a nivel global, fortaleciendo aún más el valor de activos refugio como el oro, el dólar y los bonos del Tesoro de largo plazo de Estados Unidos; generando una aceleración en la caída en los mercados accionarios de todo el mundo (pero notablemente en Europa y Reino Unido) y en las monedas y activos de mercados emergentes.

El Hard Brexit podría ser un factor más para debilitar el bull market de los últimos 10 años y la puntilla para convertir en recesión a la fuerte desaceleración que aqueja a Europa y al Reino Unido. La combinación de una recesión en estas dos economías, sumada a un fuerte endurecimiento de las condiciones financieras a nivel global y las crecientes tensiones comerciales entre China y Estados Unidos podrían incrementar el riesgo de una recesión global.

Adicionalmente, hay un segundo canal de contagio a la economía global que es a través de la inestabilidad política que el Brexit podría provocar para el resto de Europa. La decisión de abandonar la UE por parte del Reino Unido podría desestabilizar políticamente a una frágil Europa donde la ruta que se ha trazado para resolver la crisis de la primera mitad de esta década es la de una mayor integración tanto política como económica. Un Brexit sin acuerdo con la Unión Europea tiene que ser necesariamente doloroso para el Reino Unido para desincentivar a otros países a tomar la misma ruta. Desafortunadamente, también será doloroso para la Unión Europea y el resto del mundo.

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