La apertura traerá cartas de amor de grandes petroleras como Chell, Chevron, BP y Shell. También aparecerán los nuevos ricos del shale como Marathon, Carrizo y Chesapeake. Dos zonas de México llaman la atención de las principales petroleras del orbe: la Cuenca de Burgos, que concentra las sextas mayores reservas del mundo en gas y … Continued
La apertura traerá cartas de amor de grandes petroleras como Chell, Chevron, BP y Shell. También aparecerán los nuevos ricos del shale como Marathon, Carrizo y Chesapeake.
Dos zonas de México llaman la atención de las principales petroleras del orbe: la Cuenca de Burgos, que concentra las sextas mayores reservas del mundo en gas y petróleo shale y las aguas profundas de Perdido, ubicadas en la zona marítima fronteriza México-Estados Unidos, donde hay reservas equivalentes a unos 30 mil millones de barriles.
El shale atraerá a muchas de las empresas que ya están en Eagle Ford, al sur de Texas. Los nombres de estas firmas tienen muy poco que ver con la aristocracia del oro negro: Marathon Oil, Carrizo Eagle Ford, Chesapeake y EOG Resources. La mayor de éstas es EOG, que es algo así como la reencarnación de Enron, aquella empresa que pasó de la gloria al infierno, en medio de un escándalo por el uso de contabilidad creativa. EOG es la mayor productora de petróleo en territorio estadounidense, con dos millones de barriles diarios.
El petróleo de Perdido ya está siendo explotado en la zona estadounidense por Chevron, Statoil, BP y Royal Dutch Shell. Para explotar la parte mexicana se requiere mucho capital y tecnología para aguas profundas. Por esto es muy probable que algunos de los campos de esta zona aparezcan como licitables en la Ronda 1 que anunciará la Sener. Pemex no tiene la capacidad para ir solo en la explotación de estos yacimientos. Las grandes petroleras tienen claras ventajas competitivas e incentivos previstos en las leyes secundarias. Ahí no tendrían que utilizar 35% del contenido nacional obligado en la regulación, porque la implementación de este contenido es flexible y no implica su ejecución en cada proyecto.
Las grandes petroleras apostarán por México y generarán inversión extranjera que podría llegar hasta los 35 mil millones de dólares anuales. Las cuentas son optimistas, pero no están fuera de la realidad. Brasil ya tuvo estos números. México es atractivo por la riqueza de sus reservas, pero también por la certidumbre relativa que ofrece. En estos momentos hay grandes dificultades para operar en algunas de las mayores regiones petroleras: Irak, Rusia, Nigeria, Libia y Kurdistán, por ejemplo.
La industria petrolera está acostumbrada a los riesgos, en parte porque tiene grandes márgenes. ¿Cuáles son los riesgos que perciben en México? El mayor es la inseguridad, según se puede constatar en algunas de la publicaciones especializadas, como Upstream, Oil Price y RigZone. En ese sentido, llama la atención que entre las diez medidas anunciadas por el presidente Peña Nieto, durante la ceremonia de promulgación, no haya ningún mensaje relacionado con la inseguridad. Hay que tomar en cuenta que las mayores reservas de shale están ubicadas en una de las zonas mas violentas de México, en Tamaulipas.
Otro tema que parece preocupar a los petroleros es la transferencia de información de Pemex a la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH). En teoría (y en la nueva ley), la petrolera deberá entregar a la CNH información del subsuelo mexicano, fundamental para hacer las cuentas finas en los proyectos de exploración y explotación. No está claro qué tan detallada es la información que Pemex entregará ni cómo hará esta entrega. Mientras no lo haga, Pemex tendrá grandes ventajas competitivas sobre las empresas privadas. Una forma de minimizar este riesgo es asociarse con Pemex, otra crear un mercado negro de esta información. Vendrán muchas historias, pero una cosa es segura: no habrá amor, sino matrimonios de conveniencia.