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Los mejores banqueros centrales parecen tímidos; los más protagonistas, los que más se equivocan.

Lo predecible es que la Junta de Gobierno del Banco de México decida mantener sin cambios su tasa de interés de referencia en 3 por ciento actual. Claro que durante los últimos tiempos el banco central mexicano nos ha sorprendido con bajas inesperadas y hasta con señales encontradas.

Pero por ahora lo que hay en el mundo es un compás de espera con la mira puesta en lo que haga la Reserva Federal de Estados Unidos.

Hay fechas marcadas, como octubre, cuando termina el retiro de estímulos del plan de liquidez QE3. Hay datos por conocer y evaluar todo el tiempo, como las nóminas no agrícolas de hoy.

En lo interno, la inflación está dentro del cauce marcado por el propio banco central, y el crecimiento económico, aunque disparejo, apunta a mejores tasas en estos últimos meses del año.

Así que en el corto plazo, digamos que para pasar a gusto las fiestas patrias, no hay mucho que esperar por parte del Banxico.

Sin embargo, hay que ir preparando el terreno para lo que viene, que no parece poco.

Está claro que el 2015 será el año en que reinicie el incremento en las tasas de interés en Estados Unidos. La inflación parece bajo control, por lo que no podría precipitarse un aumento en lo que resta de este año.

Pero el próximo promete ser de un crecimiento sostenido en el mercado laboral, en el consumo, en la industria, en la construcción y, por lo tanto, habrá que regresar al ojo vigilante de la inflación.

Sin embargo, esa regularización monetaria implicará un desorden en los mercados externos tan acostumbrados al dinero barato. Ahí el banco central mexicano debe mandar señales claras de que no dudará en enseñar los dientes si alguien se anima a entrar al juego de la especulación en contra de los mercados mexicanos. Ésa es una señal necesaria.

Un banco central debe ser muy cuidadoso con la selección de sus palabras, por eso es que los mejores banqueros centrales del mundo parecen ser tan tímidos, porque los más protagonistas son los que más se han equivocado.

Claro que sin perder ese necesario toque de prudencia, desde el cuarto de guerra del banco central mexicano debe salir un mensaje muy claro de cuáles son los riesgos de no cuidar el valor de la inflación controlada.

Hay una motivación política, por parte de todos los partidos, para meterle mano a los salarios mínimos. Pero si no se advierten los riesgos de poner a competir los ingresos de los trabajadores contra los precios, podrían revivirse monstruos que sólo se controlan, pero nunca se derrotan del todo, como la inflación.

Ahora, si el propio Banco de México considera que la economía mexicana no corre peligros de desequilibrio si por decreto se suben los salarios mínimos, pues que también lo digan con esa claridad. Lo importante es escuchar la voz de los expertos que han acreditado con total certeza que no tienen ningún interés partidista en sus determinaciones.