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Leo en The Guardian una crónica de cómo es la vida bajo el Estado Islámico en la ciudad siria de Raqqa, cuyos cuarteles y campos de entrenamiento bombardeó la aviación francesa en represalia por los atentados de París (adentro de Raqqa, la capital del Estado Islámico).

Gloso y traduzco de la crónica de Abu Ibrahim al-Raqqawi:

Cuando el Estado Islámico tomó la ciudad, el color negro de sus banderas se hizo obligatorio para el color de las casas y los edificios y para el vestido de las mujeres.

Cuando empezaron los bombardeos estadunidenses, la obligación del negro cesó y la plaza pública donde se celebran crucifixiones y azotamientos fue pintada de colores pastel.

Al principio, el castigo por no cerrar las tiendas a la hora del rezo era ser azotado en público. Pronto pudo pagarse una mordida para evitar los azotes. La regla evolucionó: ahora los tenderos son obligados a mantener abiertas sus tiendas durante el rezo para poderles cobrar la mordida de mil 500 libras sirias, unos 7 dólares.

Se dijo a la población que donara para los combatientes heridos en el frente, pero las donaciones voluntarias eran escasas. Se estableció entonces la norma de que todo el que tuviera alguna diligencia en algún juzgado de la ciudad debía pasar primero a donar sangre en un hospital cercano.

Los combatientes del Estado Islámico se llevan al frente a los hombres y se quedan con sus mujeres, según el procedimiento originario de los tiempos del Profeta.

Los guerreros del Estado Islámico están hambrientos de sexo. Muchos se han hecho de varias esposas en Raqqa y buscan además concubinas entre las mujeres cauticas. Rutinariamente confiscan las dotaciones de viagra que hay en las farmacias.

La ciudad se ha vuelto una prisión para mujeres menores de 45 años. El gobierno de la ciudad dice que no pueden salir de ella porque pueden ser violadas, pero la gente cree que la verdadera razón es que están desesperados por darles más esposas a los combatientes.

A las mujeres que quieren casarse con algún combatiente del Estado Islámico se les pide que lleven bajo el velo negro de ordenanza, un velo blanco.

Nadie quiere estas bodas, pero no faltan, porque traen consigo beneficios económicos.

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