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Queda claro que México y EU quieren evitar una guerra comercial. Los negociadores estaban conscientes de que esta ronda marcará un precedente para lo que viene.

La renegociación del NAFTA ya comenzó. El azúcar fue el primer round. Lo más importante es que se evitó que las diferencias comerciales se desbordaran. Las dos partes cedieron en asuntos significativos para lograr un acuerdo. México consiguió mantener el acceso al mercado estadounidense, sin aranceles, y una mejora en el precio mínimo que se pagará por la libra de azúcar mexicana. A cambio cedió en cosas que a Estados Unidos le importaban mucho: se reduce significativamente la proporción de azúcar refinada que México podrá introducir a Estados Unidos, de 52 a 30%; no se ponen límites ni aranceles a la introducción de fructuosa estadounidense a México y se establecen sanciones más estrictas para México, en caso de violación de los términos del acuerdo.

Queda claro que México y Estados Unidos quieren evitar una guerra comercial. Los negociadores de ambos países estaban conscientes de que esta ronda del azúcar marcará un precedente para lo que viene: la renegociación formal del Tratado de Libre Comercio. Un fracaso en el asunto del azúcar proyectaría una enorme sombra sobre las pláticas del NAFTA 2.0, que comenzarán en agosto.

El equipo mexicano declinó utilizar la opción de imponer sanciones a la fructosa estadounidense (que disloca el mercado mexicano de endulzantes más de lo que hace la azúcar refinada de México en el mercado de Estados Unidos). Estas sanciones han sido exigidas por la Cámara Nacional de la Industria Azucarera y Alcoholera de México. Haberlo hecho pudo haber forzado una mejora en los términos del acuerdo en el azúcar, pero seguramente hubiera complicado la posición mexicana en otros temas, cuando empiecen las renegociaciones del TLC.

El equipo negociador de Estados Unidos, encabezado por el secretario de Comercio Wilbur Ross, fue pragmático, más en línea con lo que han sido otros equipos negociadores comerciales de ese país que con la retórica agresiva que ha empleado Trump para los temas de comercio. Una de las mayores dificultades para el equipo de Estados Unidos es resistir la presión que ejercen los productores de azúcar en Estados Unidos, en particular los hermanos cubano-americanos, José y Alfredo Fanjul. Ellos son grandes donadores en las campañas políticas republicanas y dueños de la mayor empresa de refinación de azúcar del mundo, ASR.

La oposición a un acuerdo de parte de la Coalición Estadounidense del Azúcar no ha terminado. Lo han hecho saber, luego del anuncio de ayer de parte de los Gobiernos. Su posición es que debe quedar en 15% la proporción de azúcar refinada mexicana que puede acceder sin aranceles al mercado de Estados Unidos. Esta coalición insiste en que a México se le debe sancionar por subsidiar a los productores de azúcar. Lo raro de esto es que la industria estadounidense recibe apoyos cercanos a los 2,000 millones de dólares anuales.

¿Quién ganó este round?, me preguntaba ayer en su programa de radio Carlos Loret de Mola. “Fue un empate”, le contesté, pero ese empate tiene un enorme asterisco: el equipo de Estados Unidos lo está presentando como un triunfo. Wilbur Ross dijo: “Conseguimos que México aceptara casi todas las demandas que planteó la industria estadounidense para corregir los fallos en el sistema actual y asegurar un adecuado tratamiento de los productores y refinadores de Estados Unidos”. Queda claro que Estados Unidos jugará rudo en la comunicación de los acuerdos… por si alguien tenía dudas.