Si el gobierno que entra no lo entiende pronto, es un hecho que desde el viernes pasado hay que llevar registro de lo que ocurre cada día, porque es así como se forma una crisis
Todo esto es una cadena de la que ya tenemos fecha de inicio, y los nombres de los responsables, pero de la que no sabemos a dónde va a llevar a este país.
Está claro que, a estas alturas, a seis días del inicio de la siguiente legislatura y a 35 días de que termine el sexenio, ya no es uno el responsable directo, el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, sino que son dos, porque hoy Claudia Sheinbaum Pardo es ya la presidenta electa de México, nadie le quita ya ese poder, y las consecuencias se pagan en su gobierno.
Para la historia quedarán los nombres de los consejeros del Instituto Nacional Electoral que avalaron la sobrerrepresentación de Morena y otros, en sentido contrario del espíritu de la Constitución: Guadalupe Taddei, Norma de la Cruz, Carla Humphrey, Rita Bell López, Dania Ravel, Uuc-kib Espadas, Arturo Castillo y Jorge Montaño.
Tampoco hay mucho que hacer con los muy solícitos coordinadores de la mayoría en las cámaras que se han distinguido por su servilismo y solo habrá que apuntar para ese juicio histórico los nombres de los senadores que siendo opositores podrían eventualmente dar sus votos al oficialismo.
No es un asunto de comulgar o no con la ideología de Morena, que básicamente se reduce a los tumbos rencorosos de López Obrador, es la posibilidad de usar esa fuerza de los poderes Ejecutivo y Legislativo, conseguida a base de un uso faccioso de las instituciones y el presupuesto, para descarrilar al México de las reglas de nación democrática, en desarrollo, que decidió jugar, incluso desde los tiempos del viejo PRI.
Pocas de las 20 iniciativas que López Obrador envió en febrero pasado y que ahora avala Sheinbaum resultan inocuas, alguna puede ser positiva, otras son buenos deseos, pero hay un puñado de ellas que son claramente contrarias al sentido democrático de nación.
Militarizar desde la Constitución la seguridad pública y desaparecer los órganos autónomos son dos pasos hacia un Estado totalitario, pero apropiarse del poder Judicial como lo pretenden es claramente una declaratoria del final de la protección de los derechos individuales.
Por eso intervienen los principales socios comerciales de México, por eso la advertencia de las firmas calificadoras y demás organismos financieros globales, es la razón por la que se han detenido los planes de inversión extranjera en México, es por eso que hay nerviosismo en los mercados que tienen la mira puesta volar tan pronto como esto se concrete.
Hay que entender lo que estamos viendo en el país como es, López Obrador tiene alma autoritaria y todo lo que está por suceder en el Congreso es para satisfacer sus personalísimos deseos.
Ahí está la declaración de Mario Delgado, presidente saliente de Morena, quien pide a los legisladores sumisos al régimen que aprueben el llamado plan C como “un gran regalo” para López Obrador. Eso vale destruir un país, obsequiar su implosión al líder que deja los reflectores. Su obsesión es pasar a la historia, así sea de una mala manera.
Si el gobierno que entra no lo entiende pronto, es un hecho que desde el viernes pasado hay que llevar registro de lo que ocurre cada día, porque es así como se forma una crisis.