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Hay grandes compañías mexicanas a la expectativa del desenlace. FEMSA, Bimbo, Alsea y el conglomerado de Carlos Slim tienen grandes inversiones en ese país.

La película está llena de actores malos, pero tiene suspenso. Una presidenta que se alimenta de la adrenalina que producen las cosas llevadas al límite. Un juez de 84 años que hace nueve años decidió que no se retiraría hasta resolver el caso de la deuda argentina. Un joven ministro ambicioso. Un financiero que quiere sacar el máximo de una inversión riesgosa.

En Nueva York se llevan a cabo las últimas negociaciones. Argentina rechaza la resolución judicial que le obliga a pagar 1,330 millones de dólares a acreedores que poseen papeles de deuda argentina. Estos acreedores representan 7% de una deuda que Buenos Aires renegoció en 2005 y 2010 con un descuento de 65 por ciento. Aceptar pagar 100% podría dar un pie a una renegociación con los titulares de 93% de la deuda. Multiplicaría por tres el servicio de la deuda. Volvería humo algo que se considera uno de los grandes logros de la presidencia de Néstor Kirchner: una renegociación de la deuda que torció el brazo de los acreedores.

Los riesgos para Argentina son enormes. Si no llega a un acuerdo con sus acreedores, sufrirá una caída de 3.5% del PIB; una devaluación de 60% en su moneda y verá crecer la inflación hasta 41 por ciento. Las cifras son de Abeceb.com, una prestigiosa consultora argentina.

Al mundo financiero no le pasará casi nada. Argentina lleva algunos años sin participar del sistema financiero mundial. No habrá efecto dominó, porque nuestro hermano latinoamericano representa un caso raro en estos tiempos: es un desglobalizado financiero.

El juez que lleva el caso, Thomas Griesa, ha dado señales de que simpatiza con la causa argentina, pero ha perdido la paciencia ante la falta de diplomacia de los representantes de los sudamericanos. Para el gobierno de Cristina Fernández este asunto es un pretexto para enviar mensajes de política interna. Los financieros han encontrado un camino legal para lograr una espectacular renta especulativa. Compraron a 35 centavos y venderán a dólar más intereses. Habrá que descontar los costos de los abogados y el cabildeo. Sigue siendo un gran business.

Las dos partes tienen sus buenas razones. El problema es que no existe una Suprema Corte Internacional de Justicia Financiera. Los organismos financieros son bancos y think tanks, pero no pretenden funcionar como árbitros ni poner en la balanza los argumentos de los débiles frente a los que esgrimen poderosos. El juez Griesa representa a la justicia de Estados Unidos, esto es suficiente para decir que tiene jurisdicción sobre casi todo el planeta financiero.

Argentina necesita un arreglo porque éste le permitirá mantener entreabierta la puerta a un posible regreso al sistema financiero. Un default profundizará su aislamiento de la comunidad financiera. Siempre se puede estar un poco más solo, bien lo sabía Robinson Crusoe.

Hay grandes compañías mexicanas que están a la expectativa del desenlace. La refresquera FEMSA; la panificadora Bimbo; la red de restaurantes de Alsea y el conglomerado de empresas de Carlos Slim tienen grandes inversiones en ese país. Más allá de lo que ocurra en Nueva York, estas empresas se preparan para un pésimo año, sin crecimiento, con alta inflación y devaluación de sus inversiones en pesos argentinos. Hace un lustro Argentina crecía el doble que México. Ahora afila el lápiz rojo para escribir sus cifras económicas en medio de la trama de una novela de suspenso financiero.

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