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La historia de la Inteligencia Artificial entendible para mí es esta:

A fines de 2017, un programa de inteligencia artificial de ajedrez llamado AlphaZero derrotó al programa invencible hasta entonces, Stock Fish.

Ambos programas habían sido alimentados con todo lo que el hombre sabía sobre el ajedrez: partidas, estrategias, patrones de juego, toda la historia.

Stock Fish había resultado invencible hasta entonces, porque su capacidad de “recordar” y combinar las opciones conocidas del juego, frente a cada jugada, era superior a la capacidad humana de hacer eso mismo.

AlphaZero derrotó a Stock Fish, porque no sólo era capaz de ejercer esa memoria combinatoria total, sino que, al paso de las partidas, empezó a inventar jugadas que no estaban en la historia conocida del ajedrez: creó ajedrez.

Lo inquietante y lo distintivo de AlphaZero, como entidad de Inteligencia Artificial, es que sus creadores no pueden explicar o predecir lo que AlphaZero inventa, no saben cómo hace lo que hace.

Esta es la diferencia, digamos civilizatoria, de la Inteligencia Artificial. En todos los ámbitos donde se usa, crea cosas desconocidas para el hombre.

Con la historia de AlphaZero empieza el libro de Henry Kissinger, Eric Schmidt y Daniel Huttenlocher, que cité ayer aquí: The Age of AI.

La Inteligencia Artificial, dicen los autores, no puede seguir siendo vista como una extensión tecnológica del hombre, porque en realidad es una forma de conocimiento paralelo, capaz de explorar y crear planos de realidad inaccesibles al hombre, como las jugadas de Alpha Zero.

El pronóstico de este libro sobre lo que viene no puede ser más radical: al añadir al conocimiento humano el conocimiento de una esfera de realidad desconocida para el hombre, la Inteligencia Artificial cambiará no solo la civilización sino la naturaleza humana misma.

Los autores describen así la secuencia de ese cambio:

“Surge una nueva asociación hombre-maquina. Primero, los humanos definen un problema o un objetivo para la máquina. La máquina, que opera en una realidad fuera del alcance humano, decide los procesos óptimos para obtener lo que le piden. Una vez que la máquina trae esas opciones al ámbito humano, podemos estudiarlas, entenderlas y volverlas parte de nuestra vida práctica”.

Vale.