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Para guardar secretos son muy buenos en la Cuarta Transformación. Para divulgar información, no tanto.

Sobre las semanas que Jorge Arganis Díaz Leal estuvo bajo internado en el Instituto Nacional de Nutrición supieron los altos mandos de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes cuando el cúmulo de documentos a firma del titular de la dependencia, que tampoco podían ser suscritos por el titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos, también ausente por causas de fuerza mayor.

A mediados de agosto pasado había comenzado la operación para forzar su relevo. Pero Arganis —con la lealtad de un grupo compacto de colaboradores— decidió defender su posición. Y sin la autorización de su doctor, decidió acudir el 1 de septiembre al Palacio Nacional.

Para evitar fotografías incómodas, el secretario fue el primer en ocupar un asiento —en la última fila— del balcón donde ocurrió el mensaje presidencial por el Cuarto Informe de Gobierno. Y el último en retirarse. Cinco días después, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, acudía a la sede central de la SCT para presentar al subsecretario Jorge Nuño como encargado de despacho.

Un mes después de estos sucesos, Arganis Díaz Leal intenta volver a su cargo. A su oficina —donde su staff permanece atrincherado— ha vuelto, por breves estancias para revisar documentos y preparar su comparecencia ante legisladores de todas las fuerzas políticas, por la Glosa del informe presidencial.

Con licencia temporal, por motivos de salud, el titular de SICT deberá contar con la autorización del equipo médico que asesora al Ejecutivo federal y que es distinto al adscrito al Hospital Central Militar.

Las Fuerzas Armadas están al pendiente del estado salud de su comandante supremo —como recientemente quedó expuesto por el hackeo del colectivo Guacamaya—, pero el presidente confía en los diagnósticos de los especialistas civiles que trabajan para la Cuarta Transformación.

Ese equipo está encabezado por el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, y el actual director de Cofepris, Alejandro Svarch; ambos con práctica en el Instituto Nacional de Nutrición.

Este grupo —distinto a otros bloques partidistas y cercano a las exsecretarias Olga Sánchez Cordero e Irma Eréndira Sandoval— asesoró al presidente en la pandemia.

Alcocer ha sido el médico de la familia López Beltrán durante los últimos cinco lustros. Y su esposa, Margarita Castillejos, fue amiga entrañable de la primera esposa de AMLO.

En el equipo de Alcocer Varela también participa Gustavo Reyes Terán. Y otros científicos sociales, como María Elena Álvarez Buylla, Asa Cristina Laurell, Hugo López-Gatell y Joaquín Molina, esposo de la directora de Inmujeres, Nadine Gasman.

Sin límites, en los primeros cuatro años de la administración federal, y con el fracaso del Insabi a cuestas —aunque culpan a su director fundador, Juan Antonio Ferrer— este equipo ahora apuesta a los buenos oficios de la titular del SAT, Raquel Buenrostro, para afrontar una situación inédita pero determinante: la escasez de recursos presupuestales para los dos últimos años del sexenio.