Kotkin, conocedor como pocos de la URSS de Stalin, empezó a ver en la invasión de Ucrania algún parecido inquietante con los manejos de Stalin durante la Segunda Guerra Mundial
Sigo en redes a un acucioso cronista de la salvaje destrucción a que está sometida Ucrania por Putin: Nacho Montes de Oca (@nachomdeo).
En un hilo de la semana pasada, Montes de Oca reportó que el jueves 9 de marzo, “Rusia lanzó 81 misiles contra 24 ciudades de Ucrania, uno de los mayores ataques desde el inicio de la guerra”.
Ucrania dijo que destruyó 34 de esos misiles y ocho erraron su objetivo. Es decir, 39 misiles acertaron. Sus blancos: centrales de energía, regiones industriales, zonas urbanas, entre ellas algunas lejanas de las líneas de guerra.
“Ucrania estaba por cumplir un mes sin cortes de energía”, dice Montes de Oca, “luego de reconstruir su sistema eléctrico”.
Las cifras y el hecho me hicieron volver a la entrevista que Steve Kotkin, el más reciente y exhaustivo biógrafo de Stalin, dio a David Remnick para The New Yorker (“How the War in Ukraine Ends”, 17/2/23).
Kotkin, conocedor como pocos de la URSS de Stalin, empezó a ver en la invasión de Ucrania algún parecido inquietante con los manejos de Stalin durante la Segunda Guerra Mundial.
Kotkin redirigió su mirada de la historia al presente. Le pareció, desde el principio de la agresión de Putin, que en medio de los precoces y hasta grotescos fracasos militares rusos, Ucrania estaba ganando la guerra en la simpatía mundial y en la prensa, pero no en el campo de batalla.
Un año después, pese a la heroica y admirable resistencia ucraniana, pese a las enormes pérdidas rusas, Kotkin le dijo a Remnick que su diagnóstico no había cambiado.
Explicó por qué con un símil terrible y elocuente, que aquí parafraseo:
“Pensemos en una casa. Tú tienes una casa con 10 cuartos. Yo tomo dos de esos cuartos, los destruyo y desde ahí empiezo a destruir tus otros ocho cuartos.
“Tú tratas de echarme de los dos cuartos. Me quitas una esquina, me echas de otra, pero yo sigo ahí, destruyendo el resto de tu casa.
“El punto es que tú necesitas tu casa. Vives ahí, no tienes otra. Yo tengo otra casa y mi otra casa tiene mil cuartos.
“Entonces, si yo arruino tu casa y tú no tocas la mía, ¿estás ganando tú o estoy ganando yo?”.