Los discursos no ganan elecciones ni construyen gobiernos. Pero dicen algo de quienes los pronuncian, de su visión, de su percepción del momento y de su toque con sus oyentes
Aunque es solo una lista, al final de su discurso de fin de precampaña, Claudia Sheinbaum anuncia propósitos de gobierno que no han estado en el radar de López Obrador o han sido sus bestias negras.
A mi juicio, las novedades son estas (respeto el numeral que tienen en el discurso):
7. Acceso a una vivienda digna.
9. Formar un verdadero sistema de cuidados para las mujeres de México.
10. Fortalecer los derechos de la diversidad sexual.
11. Aprovechar la posición estratégica de México con el tratado comercial de América del Norte para impulsar y atraer las inversiones al país, generando empleos y salarios dignos.
12. Impulsar el desarrollo científico y tecnológico.
13. Acelerar la transición energética hacia fuentes renovables de energía.
14. Impulsar una política de protección y restauración de los recursos naturales, en la perspectiva de adaptación al cambio climático.
15. Garantizar el derecho al agua, promoviendo una visión del recurso, obras estratégicas y al mismo tiempo tecnificación y uso eficiente del agua.
Creo que ninguna de esas cosas ha recibido la atención debida en estos años y algunas incluso han sido rechazadas, como las del sistema de cuidados, la transición a energías renovables y la investigación científica.
Todas estas políticas son importantes para el futuro económico, social y moral de México.
No las desestimo, pero está claro que no miran de frente a las grandes carencias estratégicas del país: la violencia y la inseguridad, la corrupción que emerge con los estertores del sexenio, la desprotección institucional a la salud de millones de mexicanos o el crecimiento de la pobreza extrema.
Los discursos no ganan elecciones ni construyen gobiernos. Pero dicen algo de quienes los pronuncian, de su visión, de su percepción del momento y de su toque con sus oyentes.
El discurso final de precampaña de Sheinbaum muestra a una candidata segura de su triunfo, con un discurso de estilo viejo que conecta mal con sus audiencias y camina bajo la sombra de un gobierno de resultados pobres, pero que la lleva en andas. Esto último es la clave: Sheinbaum va en caballo de hacienda, pero el caballo no es suyo todavía, ni el estilo de montar.
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