Minuto a Minuto

Deportes Alegna González apuntará a medalla olímpica en París, asegura su entrenador
México participará en los Olímpicos de París con Alegna González como una de las altas posibilidades de ganar medallas
Deportes Sin convencer, Francia se clasifica a cuartos de la Euro 2024
Francia se clasificó para los cuartos de final de la Eurocopa 2024 con un gol de rebote de Jan Verthonghen en propia puerta
Nacional El miércoles quedarán restablecidas al 100% exportaciones de aguacate michoacano a EE.UU.: Ramírez Bedolla
El gobernador de Michoacán confirmó que el aguacate se enviará desde los 80 empaques autorizados por el Gobierno estadounidense
Economía y Finanzas Sector privado reduce al 2 % el pronóstico de crecimiento de México para 2024
Especialistas del sector privado consultados por Banxico redujeron, por cuarto mes consecutivo, el pronóstico de crecimiento del PIB de México
Internacional Steve Bannon, exasesor de Trump, se entrega para cumplir condena por desacato
Steve Bannon, exasesor de Trump en la Casa Blanca, se entregó para cumplir una condena de cuatro meses por desacato al Congreso de EE.UU.

Desde luego hay que poner en contexto la violencia de Villa. Los otros caudillos revolucionarios, menos sangrientos en persona que Villa, lo fueron tanto o más que él en sus decisiones militares.

Carranza, por ejemplo, ordenó matar a todos los prisioneros que hubieran hecho armas contra la revolución, amparándose en la vieja ley juarista de 1862, que ordenaba fusilar a todo el que hiciera armas contra la República.

Pero son Villa y los villistas quienes sellaron nuestra historia con los mayores actos de matonería pura y dura, separados de toda justificación política, histórica o militar.

Recuérdese el pasaje de Martín Luis Guzmán, “La fiesta de las balas” en el que Rodolfo Fierro, lugarteniente de Villa, ejecuta a trescientos prisioneros haciéndolos correr para cruzar un patio, uno a uno, y les dispara sin parar, uno a uno, con revólveres que un ayudante le pone en la mano, antes de que salten la barda del patio que asegura su libertad.

Katz hizo la arqueología de otro siniestro ejecutor villista, Manuel Banda, quizá el más impresionante de todos por su perfil de hombre mediocre, convertido por la guerra en una máquina de matar… villistas.

PUBLICIDAD

A diferencia de otros matones de Villa, Manuel Banda no había dado muestras de ser un hombre violento en su vida prerrevolucionaria.

Había sido un burócrata de segunda en Torreón y llegó a ser oficial de la División del Norte, a cargo de vigilar y disciplinar a los soldados bisoños.

Un amigo de la escuela lo recordaba como un estudiante callado, que se llevaba bien con todos y nunca provocaba un pleito.

Cuando lo encontró convertido en oficial villista, no podía creer la transformación de Banda.

—¿Tú qué haces? —le preguntó.

—Obligo a la gente a pelear a punta de pistola —contestó Banda.

—¿Has herido a alguno?

—¿Herido? No. Matado. Yo no hiero, yo mato. Un hombre herido se puede curar y puede matarme en cualquier momento. Disparo a matar y si  no sale a la primera, sigo disparando hasta que muere.

—¿Has matado muchos?

—Muchos. He matado muchos. En algunas batallas he matado tantos como los federales.

(En F. Katz: Pancho Villa, Era, vol.1, p. 341).