Más fácil decirlo que hacerlo, pero también más tangible, deseable y exigible, en todos sus rubros, que la mezcla de ocurrencias, cambios destructivos, polarización y “otros datos” imaginarios, en que se han licuado, hasta desaparecer, las promesas de la llamada 4T
Las 12 propuestas que resumen el proyecto ciudadano de la Marea Rosa van precedidas por el lema “¡Que nadie se quede atrás!”. Tienen el valor de lo tangible.
1. Ingreso Básico Alimentario para personas que sufren desnutrición y hambre.
2. Tarjeta Universal de Salud que garantice acceso a los servicios médicos en todas las instituciones públicas del sistema.
3. Triplicar la Pensión para Adultos Mayores que viven en pobreza extrema y duplicarla para quienes viven en pobreza moderada.
4. Apoyos Integrales a las Mujeres para cuidar a sus familias, con incentivos fiscales, horarios flexibles y un Sistema Nacional de Estancias Infantiles.
5. Prevenir y atender a mujeres en riesgo de violencia de género, incluyendo una Red de Refugios y el apoyo a mujeres en estado vulnerable.
6. Escuelas de Tiempo Completo, desde preescolar hasta preparatoria.
7. Salario Mínimo Digno, siempre mayor a los aumentos de la canasta básica.
8. Dar certidumbre jurídica a inversionistas e integrarse a las cadenas de valor (nearshoring), para que la economía crezca y haya buenos empleos.
9. Policías certificadas, entrenadas, confiables y bien pagadas a nivel municipal, estatal y federal.
10. Promover inversiones en energías limpias.
11. Fortalecer el INE y adoptar el voto electrónico para que las elecciones cuesten menos y sean más eficientes.
12. Financiar sistemas de Transporte Público Eléctrico.
Más fácil decirlo que hacerlo, pero también más tangible, deseable y exigible, en todos sus rubros, que la mezcla de ocurrencias, cambios destructivos, polarización y “otros datos” imaginarios, en que se han licuado, hasta desaparecer, las promesas de la llamada 4T.
Una carta de buenos propósitos, se dirá. Desde luego, pero una carta de propósitos concretos, rectores, con sentido de futuro y de construcción, una carta de propósitos que llama a la acción y al cambio, perfectamente realizable en el tiempo, y de la que podemos decir: si se cumplieran en una tercera parte, cambiaría para bien el país.
Justo lo contrario de lo sucedido con la llamada 4T, que cambió las cosas para mal en casi todos los órdenes, y lo mejor que deja, en muchos ámbitos, es lo que no alcanzó a tocar o no pudo cambiar: una de sus virtudes involuntarias fue su incompetencia.