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Quedó claro que el Ejército espía de manera ilegal, que tiene para ello un Centro Militar de Inteligencia (CMI).

Es un búnker, dice Proceso, citando información de la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), cuya “plantilla de agentes pasó de 293 a 619” en este gobierno.

Tiene un valor de inversión de 5 mil millones de pesos, y “un arsenal tecnológico que incluye el poderoso spyware Pegasus”.

Con el sistema Pegasus, reveló Animal Político esta misma semana, citando una investigación de Artículo 19, la propia R3D y Social Tic, la Sedena grabó en 2020 charlas con periodistas del defensor de derechos humanos, Raymundo Ramos, sobre dos ciudadanos muertos por militares en Nuevo Laredo.

Animal Político publicó el documento donde la Sedena informa a la Fiscalía federal de sus grabaciones, pidiéndole que las use pero que no las incluya en su carpeta de investigación sobre Ramos. Es decir, que respete el carácter secreto e ilegal de su espionaje.

A propósito de este documento, la reportera Nayeli Roldán sostuvo con el Presidente una esgrima de preguntas y respuestas que, si hubiera sido un juego de futbol, el mandatario habría perdido 7-0, con 2 o 3 autogoles.

El domingo pasado, un nutrido contingente de militares en activo, en retiro y familiares marchó por la Ciudad de México reclamando que se juzgue al Ejército por violar derechos humanos, al tiempo que no se le permite defenderse de agresiones del crimen organizado.

Dos caras del Ejército: la oculta del espionaje y la visible de la inconformidad.

Creo que son parte de la misma tendencia: el gobierno ha vuelto al Ejército un actor político protagónico. Como tal, la sociedad y los medios lo observan, lo investigan y lo critican más que antes.

Como tal, también, miembros del Ejército ejercen sus derechos de protesta pública y manifestación de sus inconformidades.

¿Eso quería el gobierno? Creo que quería sólo la parte del espionaje ilegal que le sirve a él (y a las fuerzas armadas a su servicio ), con nuevos instrumentos y nuevas canonjías.

Pero apareció también lo otro: la protesta por la forma como el Presidente trata al Ejército, que no lo deja bien parado.