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En la gestión de situaciones críticas, el timming, es decir los tiempos son vitales.

Son cruciales en la toma de decisiones, para la activación -antes, durante y después- de los procedimientos para la salvaguarda, en primer lugar, de las personas y después en la conservación de lo material y lo infraestructural.

Los huracanes no tienen palabra, no tienen partido ni color.

Como su nombre técnico los denomina, son fenómenos hidrometeorológicos, previsibles, que se siguen con la mayor precisión posible que brinda la tecnología, pero -al final- pueden tener comportamientos erráticos de último momento.

Otis, un huracán categoría 5, no fue la excepción.

En 2014, un huracán categoría 3 denominado Odile llevaba una trayectoria clara para golpear con toda su fuerza -como ocurrió- a Los Cabos y La Paz.

Un año después, “el huracán más poderoso jamás registrado puso en alerta a México en octubre del 2015, pues en menos de 10 horas, Patricia pasó de ser una tormenta tropical a un monstruoso huracán de categoría cinco”, de acuerdo información difundida por la agencia de noticias Notimex.

Pero años antes, en 2007, otro huracán con previsiones devastadoras, categoría 5 llamado Emily azotó partes de Belice, Tulúm, Cozumel y había potencialmente probabilidades de que afectara Cancún.

El timming en cada una de esas situaciones fue central para atender la emergencia, aunque en todos los casos hubo graves afectaciones, no siempre humanas.

La salvaguarda para cuidar la integridad de las personas y evitar la menor afectación en la continuidad de las actividades por los destrozos, es el objetivo esencial en el manejo de la situación.

La reflexión viene al caso porque, en el análisis de casos, brotó este miércoles 8 de noviembre la declaración del Presidente López Obrador -en su conferencia matutina- de que pensó escribir un tuit/post “más fuerte” para alertar a la población sobre la gravedad del huracán Otis, algo así como “viene cañón”, dijo.

Quizá uno de los factores que más trabajo cuesta definir a los tomadores de decisión -tanto públicos como privados- en la gestión de las crisis es definir la llamada “hora cero”, es decir el momento en que se detonan los hechos que potencialmente pueden causar una crisis y las actividades que se deben aplicar antes para atenuar los impactos.

En el caso de Otis las previsiones apuntaban a que el huracán golpearía Acapulco y Tecpan entre las 4 a 5 de la mañana, pero -como no tienen palabra los huracanes- tomó fuerza y entró con toda su potencia hacia la medianoche.

El Plan DNIII, el Plan Marina se activaron, así como las reuniones de evaluación de los gobiernos estatal y municipal en coordinación con el federal. Hubo acciones preventivas e informativas en calles y medios digitales.
https://www.gob.mx/sspc/prensa/proteccion-civil-activa-protocolos-de-preparacion-ante-el-huracan-otis-en-acapulco-guerrero

Pero pocas horas marcan la diferencia entre sostener una alerta a secas y lanzar la alerta máxima.

Las comparaciones deben ser apreciadas como lecciones, no como recriminaciones.

Esas lecciones son no sólo para los tomadores de decisiones de alto nivel, sino para los equipos que, como el Sistema Nacional de Protección Civil -que incluye a gobiernos estatales y municipales, corporaciones de seguridad, cuerpos de emergencias y organizaciones civiles- así como el Centro Nacional para la Prevención de Desastres, tendrían que ir afinando, a modo de punto de mejora, los mecanismos de evaluación y acción de los procedimientos, pero en especial del timming.

En los casos de Patricia -bajo la Presidencia de Enrique Peña Nieto- y de Emily -con Vicente Fox- las medidas preventivas fueron llevadas al extremo pues no sólo desde días antes se estuvo alertando insistentemente a la población de los riesgos que se preveían con los huracanes.

Se llegó al grado, en el caso de Emily de sugerir evacuaciones aéreas de turistas, cierre de negocios, tapiar establecimientos, hoteles, y -el día en que se esperaba golpeara el huracán a Cancún- establecer un práctico toque de queda. Hubo compras masivas en días previos de alimentos, los medios de comunicación emitían alertas constantes usando los códigos de color oficiales; las embarcaciones fueron puestas en resguardo algunas en Belice y otras hasta Veracruz.

Una detallada crónica de lo sucedido está publicada por Lucía Guadalupe Matías Ramírez, del Centro Nacional de Prevención de Desastres:
https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1607-050X2007000300010

Hubo destrozos, sin duda. Fue aquella ocasión en que el mar “se comió” las playas de Cancún.

La crítica para Fox fue que se habían exagerado las medidas de prevención, y ese fue el mismo cuestionamiento para Peña Nieto cuando se activaron todas las acciones porque había la previsión de que el huracán categoría 5, Patricia -con vientos de hasta 325 kilómetros y rachas de hasta 400 kilómetros por hora-, estaba tomando demasiada fuerza en poco tiempo y pegaría justo en el centro de la Bahía de Banderas, en Puerto Vallarta.

La decisión fue, en el timming, activar las acciones no sólo de prevenir a la población con alerta mayor sino de suspender actividades.

“El presidente Enrique Peña Nieto alertó que Patricia era el huracán más peligroso que se haya registrado en el mundo y que el país enfrentaba una amenaza de gran escala”, se relata en la información de Notimex publicada por el periódico El Economista:
https://www.eleconomista.com.mx/politica/En-2015-Mexico-salio-airoso-del-huracan-mas-poderoso-de-la-historia-20151227-0011.html

Al final, el huracán no pegó en Puerto Vallarta, sino en bahías de Tenacatita, Cuestecomate y Barra de Navidad, Jalisco. Esto causó críticas y hasta burlas porque dijo se alertó de más.

Un año antes, con el huracán Odile que presentó trayectoria hacia la punta de la Península de Baja California mostraba signos que pudieran calificarse de erráticos, pero todavía unas horas antes de que golpeara en Los Cabos, la gente andaba en las calles y había actividad marítima.

Cuando se calculó la magnitud del daño real en consecuencias todavía existía la duda: ¿debemos subir la alerta? La respuesta fue obvia: sí.

Los daños materiales causados por Odile fueron cuantiosos, como puede leerse en nota de la agencia Reuters publicada por Forbes:

Hubo 3 personas muertas y daños graves, incluyendo la incomunicación y la caída en la energía eléctrica.

El timming, nuevamente el tiempo, la definición de la “Hora Cero”.

Los tomadores de decisión dudan, la mayoría de las ocasiones, porque consideran que si se sobrestima el potencial daño sólo se causará pánico, caos y miedo entre la gente.

Pero la subestimación puede resultar peor. Y ahí está el quid del asunto en la gestión de las crisis.

Las comparaciones son lecciones. Siempre hay la oportunidad de la mejora.

*consultor en manejo de situaciones críticas. @LuisAlbertoRodr [email protected]