Elecciones 2024
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Hay peligros reales de creer que estamos por administrar la abundancia.

Estamos a la mitad del tercer trimestre del año y lo que le queda al 2014 no apunta a un despegue espectacular que pudiera modificar los pronósticos de aumento del Producto Interno Bruto (PIB) a la alza.

La próxima semana el INEGI dará a conocer la medición oficial del crecimiento de la economía mexicana al cierre del segundo trimestre del año y por los datos que ahora están disponibles, la estimación anual de 2.7% que mantiene el gobierno federal podría quedar grande.

Hoy vivimos en la euforia del final del proceso legislativo de un paquete muy importante de reformas. El gobierno federal se ha encargado de detallar el tamaño del cambio legal que hemos enfrentado en México durante los últimos 20 meses.

La primera fue la laboral, que dejó encarrilada el gobierno de Felipe Calderón. Le siguieron la educativa, la de competencia económica, la de telecomunicaciones y la de transparencia.

En el ámbito político, la reforma político-electoral, la nueva ley de amparo y el Código Nacional de Procedimientos Penales.

Y dos más, la estrella del sexenio, que es la reforma energética, y la mal lograda reforma hacendaria, que dio dos pasos para adelante pero otros dos para atrás.

Sin embargo, con todo y los 58 cambios constitucionales, 81 modificaciones a leyes, 21 nuevas legislaciones y 15 abrogaciones, no es suficiente para que a estas alturas se pueda influir positivamente en el crecimiento económico.

Las exportaciones manufactureras van muy bien, gracias a la recuperación de la economía de Estados Unidos. Pero el mercado interno sigue en un estado de pasmo.

Mucho tiene que ver el esquema fiscal vigente. Se mete más a fondo la mano en el bolsillo del contribuyente y el retorno en gasto público no es del mismo tamaño que el encaje fiscal.

Los datos del consumo privado del pasado mes de mayo no corresponden a los de una economía que ya encontró su carril de crecimiento dinámico. Los indicadores de ciclo del propio INEGI tampoco muestran la puerta de entrada a la tierra prometida.

La actividad industrial mostró en junio los claroscuros de una baja por primera vez en el año en las manufacturas, pero al mismo tiempo el primer aumento en año y medio de la industria de la construcción.

Una vez que tengamos la certeza del dato de crecimiento del PIB al cierre del segundo trimestre del año, la Secretaría de Hacienda tendrá que decir con total claridad si mantiene su pronóstico o corrige la expectativa.

El ritmo esperado para el resto del año es importante para el cálculo del comportamiento contemplado para el 2015. Esos datos tendrán que incluirse en la propuesta económica que el gobierno federal presentará al Congreso el 8 de septiembre.

Y desde ahora está claro que una prioridad para el próximo año será dinamizar el mercado interno, no sólo porque hay que dar la sensación correcta tras la aprobación del paquete de cambios estructurales, sino también porque el 2015 es electoral.

Así es que en la medida en que bajen las estimaciones de crecimiento económico, serán más arriesgadas las estrategias de recuperación. Y ahí caben desde los aumentos salariales por decreto hasta la relajación fiscal.

Hay peligros reales de creer que ahora que se está por administrar la abundancia tras la reforma energética, se puedan cometer algunos excesos presupuestales o económicos. El riesgo es real.