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De los escarceos del gobierno federal con paramilitares que se parapetan detrás del término autodefensas (sobre las que abundan elementos para sospechar de líderes ligados a la delincuencia organizada) quedan como evidencia las primeras piedras en Hidalgo, Tamaulipas, y La Huacana, Michoacán, de lo que se supone serán plantas agroindustriales, así como la designación y escandaloso mantenimiento en el cargo del cirujano José Manuel Mireles como subdelegado del Issste en Michoacán.

Pero no únicamente son grupos armados los que han sido coqueteados por funcionarios de alto rango, como el subsecretario de Gobernación Ricardo Peralta Saucedo. El trato con organizaciones delincuenciales empezó con la más consentida del régimen: la eufemística y rijosa Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), a cuyo contentillo el gobierno está sujetando la enseñanza básica pública.

Lo sucedido en los dos días más recientes ilustra el nivel de los entendimientos y el grado de consentimiento que la 4T le prodiga a la facción menos capacitada, más ideologizada, chantajista y panchera (constituye quizás el 10 por ciento del magisterio en todo el país). Un trato mucho más comedido y complaciente que el que le otorga al Sindicato Nacional.

Ayer, después de reunirse durante ¡tres horas! con el presidente (por séptima ocasión en 10 meses), los integrantes de la dirección política de la CNTE informaron que Andrés Manuel López Obrador aceptó exigencias inimaginables en cualquier otra actividad “profesional”: que las leyes secundarias de la nueva reforma educativa no contemplen evaluación alguna, que se estipule la contratación automática de los egresados de las normales y que a la agrupación se le dé poder de decisión en todo tipo de promociones laborales.

En paralelo y pese a tener el compromiso presidencial, aun a sabiendas de que quien legislará es otro Poder, sus huestes mantienen sitiada desde antier la Cámara de Diputados en espera de que los borradores de las leyes en gestación se sometan a su convenenciero examen.

Además, los dirigentes se asegurarán de que se les autoricen “modelos alternativos de educación” y han advertido que impondrán sus propios libros en vez de los oficiales de texto gratuito.

El Presidente no deja de ufanarse de haber echado abajo “la mal llamada reforma educativa”, de repetir que el profesorado “nunca más va a ser ofendido” (la CNTE vendió como “agravio” que se normaran criterios mínimos de capacidad) y de que ya fueron liberados 30 imaginarios “presos políticos”, seis de los cuales estaban en la cárcel por secuestro (entre otros, de unos sobrinos del ex líder de la Coparmex Gerardo Gutiérrez Candiani, a quienes mantuvieron en una cisterna).

Si para narcoasesinos el remedio fuera de veras hacerles “fuchi” o sugerirles pensar en sus mamás o para los paramilitares darles cargos como a Mireles, solo falta que a un profe de la CNTE se le ponga en lugar del secretario Esteban Moctezuma…