¿De cuánto fue la trampa al final? No lo sé, pero estuvo presente en el proceso todo el camino, a la vista de todos
Escribo esta columna el domingo, después de votar, antes de saber los resultados de ayer. Hay indicios de una gran afluencia electoral, en México y fuera de México.
En los medios y en las redes el día se celebra ya como una gran fiesta cívica.
No quisiera arruinar este espíritu de celebración cívica, pero tampoco quisiera que la euforia del día borre, o nos haga olvidar, el hecho de que estas elecciones han sido intervenidas y manipuladas desde el gobierno, como ninguna otra, desde el principio de la democracia en México, en el año de la alternancia, el año 2000.
Las elecciones se dieron en la cancha más dispareja que recordemos, inclinada por el activismo presidencial en favor de su partido y de sus candidatos, y por el uso de recursos públicos en programas sociales entregados a los beneficiarios como dádivas de Morena y del Presidente, no como una obligación del Estado escrita en la Constitución.
23 mil activistas llamados Siervos de la nación, pagados por la Secretaría de Bienestar, trabajaron todo el sexenio recorriendo el país para entregar estos programas y hacer su propio padrón de clientelas con un obvio propósito electoral.
¿Efecto electoral? Algún encuestador encontró que, entre los beneficiarios de estos programas, 3 de cada 4 votarían por Claudia Sheinbaum, y son 25 millones.
La manipulación y la ilegalidad fundamentales vinieron de la palabra del Presidente, usada sin pausa ni mesura para hablar contra sus opositores y sus críticos, e incluso contra la candidata de oposición, a quien acusó falsamente de corrupta.
Cuarenta o cincuenta veces fue amonestado el Presidente por el INE y otras tantas por el Tribunal Electoral, sin efecto alguno.
Ha sido evidente para todos el intervencionismo ilegal del primer mandatario en las elecciones. Cualquier resultado que se haya anunciado la noche de ayer trae en la panza esta manipulación política, sostenida por el Presidente con los instrumentos de una elección de Estado.
Lo ha dicho bien Luis Carlos Ugalde: “El López Obrador de 2006 pediría la anulación de las elecciones del López Obrador de 2024”.
¿De cuánto fue la trampa al final? No lo sé, pero estuvo presente en el proceso todo el camino, a la vista de todos.