Elecciones 2024
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No es que nos acerquemos al 8 de marzo, sino que las acciones y la realidad a la que nos enfrentamos como mujeres en el ámbito social y laboral siguen generando ciertas alarmas.

Una menor de edad se suicidó en el interior del Refugio Especializado para Mujeres y Niños Víctimas del Delito de Trata de personas en la alcaldía Magdalena Contreras, en la ciudad de México.

Un hombre apuñaló a su ex pareja porque ella decidió terminar la relación.

El diputado Emilio Maurer de MORENA llamó “esquizofrénica mujer” a su compañera legisladora Mónica Rodríguez durante la sesión del martes pasado en el Congreso de Puebla.

Policías de la Ciudad de México se enfrentan y forcejean a mujeres que se presentan a las afueras del Palacio Nacional para exigir el reconocimiento de las agresiones de Félix Salgado Macedonio para que este sea removido totalmente como candidato a la gubernatura del estado de Guerrero.

Las mujeres mexicanas van y vienen a sus trabajos con el constante acoso en las calles y en sus propios espacios laborales. No es nada nuevo, no hay nada nuevo qué contar.

Las protestas como las del colectivo “Ningún agresor en el poder” se frenan y se les agrede verbal y físicamente. Las tocan, les pegan, les gritan, les escupen, les amenazan y a la hora de arrestarlas la intimidación sexual es lo que les sigue.

La propia Amnistía Internacional ha reconocido las prácticas de violencia y abuso hacia las mujeres por parte de la policía mexicana. Recordemos el año pasado las protestas ante los últimos feminicidios que lograron sacar a más de 20mil mujeres a las calles y que muchas de ellas fueron reprimidas violentamente.

Las que se viven en capital del país, con detenciones injustificadas, la intimidación y las amenazas.

Por solo decir poco y sobre todo enfocarnos en el derecho a la protesta y a la libre manifestación, como muchas otras causas son más respetadas y menos agredidas.

La foto que hoy la fotoperiodista Sashénka Gutiérrez nos comparte en donde mujeres integrantes de la CONAFEM se manifestaron frente al Palacio Nacional para protestar contra Félix Salgado Macedonio y su candidatura es un claro ejemplo, de lo que la mujer vive a la hora de alzar su voz ante cualquier tipo de agresión.

Cuando una mujer decide denunciar en corto o de manera legal algún tipo de abuso o violencia, comienzan una serie de acciones repetitivas de su alrededor, de los conocidos y de los desconocidos.

Vienen las preguntas que representan dudas de lo que si dices es verdad o una mera exageración. ¿Segura que te dijo eso? ¿Habrá querido decírtelo con esa intención? A lo mejor escuchaste mal, o quizá se movió sin querer y te tocó sin darse cuenta.

La certeza de tu humillación, se esfuma.

Después quienes se van enterando, porque entre más delicado sea el tema, más rápido se van enterando los demás, vienen los cuestionamientos sociales. “Ella siempre anda en vestido”, “Es que para qué se expone”, “Para qué se queda hasta tarde trabajando”, “Pues ahí anda haciendo ejercicio”, “¿Por qué no gritó?” o “Por qué no lo dijo en su momento”.

Entonces nos vemos como esta mujer sentada en el suelo, solas, sin ningún tipo de compañía porque terminamos por no creer en nadie, cargamos la dignidad y el orgullo como esas dos mochilas para todos lados, aunque pesen y tengamos que defenderlas a capa y espada.

Terminamos por utilizar algún tipo de careta en el rostro para que dejen de juzgarnos, o al menos muchas desean cambiar de rostro, de calle, de trabajo, de ciudad para que no la reconozcan como “la que acusó al jefe” o “la que no aguanta nada”.

Es una constante en la vida de la mujer y más aún de la mexicana, en donde persiste el machismo y sin una política de género que nos respalde.

La policía como toda autoridad, llena de hombres en su mayoría, resguardados ante leyes antiguas y carentes de políticas que garanticen una vida libre de violencia.

Ocultos y protegidos, inamovibles y firmes en no dejar pasar la voz de quien demanda, de quien exige respeto y libertad.

El presidente seguirá repitiendo en su discurso que no quiere tratar más el asunto de las feministas, y podrá decir cuantos “ya chole” desee, pero allá afuera en las calles las mujeres estamos trabajando por la igualdad de género y la defensa de nuestros derechos.

Cada vez somos más las que alzamos la voz con acciones críticas y coyunturales para apoyarnos, y no dejar ni quedarnos solas cuando enfrentemos esa barrera política social ante la degradación y la tiranía de quien se propasa porque sí.

Los fotoperiodistas tienen la pericia de trasladarnos a donde no fuimos y a hacernos cómplices de acciones que no vimos. El ojo de Sashénka quien ha estado de cerca de distintos colectivos feministas la coloca en una posición meritoria para obtener esta imagen.

Ojalá que esta foto nos provoque y nos dé la suficiente energía para que cualquier pacto que nos afecte lo rompamos nosotras mismas.

Que esta foto nos provoque - screen-shot-2021-03-03-at-204423
Foto: Sashénka Gutiérrez