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Un país de clases medias, por Enrique de la Madrid
Calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. Foto de Unsplash

Enrique de la Madrid, exsecretario de Turismo del Gobierno de México, afirma que México puede y debe aspirar a ser un país desarrollado en esta generación, donde se logren los mínimos de bienestar material para todos, se elimine la pobreza extrema y todas las personas ejerzan sus libertades.

El tema lo desarrolló en un artículo titulado ‘Un país de clases medias‘, originalmente disponible en El Universal:

Hace diez años Luis de la Calle y Luis Rubio publicaron el libro ‘Clasemediero: pobre ya no, desarrollado aún no’, en el que señalaron que no hay nada más importante para el futuro de México y para su desarrollo y estabilidad, que fortalecer y engrandecer a sus clases medias. Una década después, su propuesta sigue siendo muy relevante y necesaria para sumar al debate y a las reflexiones sobre el país que queremos.

Pocos analistas, economistas y políticos en México hablan de la importancia de la clase media, pues es más rentable apelar al discurso emocional que provoca la pobreza, que claramente es uno de los más graves problemas que enfrentamos. Sin embargo, lo más importante no es, solamente, ayudar a sobrevivir a los grupos más pobres, sino, sobre todo, generar las políticas y condiciones necesarias que le permitan a la gente más pobre hacerse de capacidades y habilidades necesarias para salir adelante y dejar atrás esa condición de permanente zozobra y vulnerabilidad.

Para muchos autores clásicos como Aristóteles, la media es la clase social más importante ya que tiene mayor capacidad de transformar a las sociedades para bien. Los grupos más pobres tienen pocos recursos y medios limitados para impulsar las transformaciones necesarias, mientras que las clases medias están en ese punto en el que tienen más hambre de cambio y de progreso que las clases altas. No es casualidad que la mayor parte de las innovaciones y de las empresas más importantes del mundo hayan surgido de la clase media.

Hay diversas definiciones de clase media y algunos expertos la delimitan por los ingresos, mientras que otros la definen por el estilo de vida y el acceso a servicios básicos en materia de educación o salud. El diccionario de la Universidad de Cambridge define a la clase media como el grupo de personas que no son pobres pero tampoco muy ricas, y que están bien educadas.

En 2009 el recién electo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, creó un grupo de trabajo destinado a elevar el nivel de vida de la clase media y definieron a este segmento social a través de sus aspiraciones para tener una vivienda digna (indistintamente de comprada o rentada) y para disfrutar anualmente de vacaciones familiares, entre otras necesidades culturales, educativas y de esparcimiento.

Ahora bien, para los autores de ‘Clasemediero: pobre ya no, desarrollado aún no’, México ya no es un país mayoritariamente de pobres, sino un país de clases medias y, hasta antes del Covid-19, esto seguía siendo cierto. De acuerdo con el CONEVAL, a finales del 2018 el 42% de la población mexicana se encontraba en situación de pobreza, por lo que la mayoría del país no es pobre sino forma parte de la clase media.

Este segmento mayoritario de la población también exige, de manera legítima, mejorar su calidad de vida en temas tales como acceso a: educación de calidad y pertinente para hacer frente a los retos y oportunidades de la economía digital; servicios de salud que hagan frente a las nuevas enfermedades crónico-degenerativas propias de nuestro tiempo; un Estado de derecho que realmente proteja a las personas y a sus bienes, y que garantice acceso a la justicia para dirimir controversias de forma pronta y expedita, como dictan nuestras leyes; vivienda digna y asequible; empleo digno, decente y bien pagado; un medio ambiente sano y de esparcimiento, que permita el disfrute de la cultura, así como viajar, como otra forma de apreciar y valorar la vida; por mencionar las exigencias más relevantes.

Los autores del mencionado libro, dan varios argumentos de cómo nuestro país logró progresar y sacar adelante a la mayor parte de la población en situación de pobreza. Para escribir este artículo me di a la tarea de actualizar algunos datos que en ese entonces señalaban.

Por ejemplo, el PIB per cápita pasó de 105 mil pesos en 1990 (con precios de 2013) a 147 mil pesos en 2019 (precios de 2013). El porcentaje de personas con carencias por acceso a alimentación pasó de 61.8% en 1950 a 20.4% en 2018. La esperanza de vida pasó de 57 años en 1960 a 75 en 2018. La escolaridad promedio pasó de 4.82 años en 1976 a 9.5 en 2018.

En 2019 México alcanzó 79 millones de pasajeros aéreos, 80 millones de usuarios de internet y 87 millones de usuarios de telefonía móvil, de los cuales el 90% tienen un teléfono inteligente. Y todos estos avances ocurrieron en tanto creció la población en México, en 32 millones de personas entre 1990 y 2019, el equivalente a la población total que actualmente tienen países como Venezuela, Perú, Marruecos o Arabia Saudita.

No obstante, hay que reconocer que la mayor parte de la clase media de nuestro país no cuenta con las condiciones óptimas para emprender, innovar y transformar a México positivamente; y que es una realidad que el crecimiento del país ha sido muy disparejo, siendo que la pobreza y la desigualdad son, sin duda, el mayor reclamo social del presente que compartimos. Esto es intolerable, debemos de combatirlo con sentido de urgencia, y a través de acciones serias y responsables que responden a los retos propios de nuestros tiempos.

Si queremos que nuestro país sea innovador y competitivo, al tiempo en que incrementamos el bienestar de todos los mexicanos y superamos nuestros mayores problemas, debemos sacar a un mayor número de personas de la condición de pobreza, de forma sostenible en el tiempo. Esto aplica especialmente en cuanto a niños y jóvenes se refiere, y no se logrará simplemente a través de una mayor cantidad de programas sociales y de gasto público.

Lo que se requiere es verdaderamente fomentar las capacidades y habilidades pertinentes, así como avanzar en materia de igualdad de oportunidades para todos los mexicanos.

México puede y debe aspirar a ser un país desarrollado en esta generación. Esto es un país, principalmente, de clases medias, en el que logremos los mínimos de bienestar material para todos; y en donde eliminemos la pobreza extrema y ejerzamos todos, a plenitud, nuestras libertades.

Suena difícil pensar en estos temas en plena crisis del coronavirus, cuando nuestra salud y nuestras vidas peligran; cuando se sienten ya los estragos de una crisis económica sin precedentes y cuando vivimos en medio de la polarización. Pero es precisamente en medio de la tormenta donde debemos aclarar y definir el rumbo, para poder salir de ella. Es cuando debemos apuntar a tierra firme y trazarnos la ruta para llegar a ella en el menor tiempo y al menor costo posible.

No hay tiempo que perder: todos queremos un México mejor para todos. Un país democrático, con progreso y bienestar, que también sea empático, solidario e incluyente, pero sobre todo un país en donde nadie se nos quede atrás.

¿Te consideras parte de la clase media? ¿Qué es para ti serlo? Me gustaría leer tus propuestas sobre cómo fortalecer las oportunidades para las clases medias y para innovar en las cosas que te apasionan y en las que buscas progresar. Mi página de Facebook es enrique.delamadrid.77, mis cuentas de Twitter e Instagram son ambas @edelamadrid, o bien me pueden mandar un correo electrónico a: [email protected]