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López-Dóriga: reportero
Foto de Radio Fórmula

Hemos vivido tantas cosas juntos que no puedo ni quiero ser objetivo con él. Porque además no somos objetos sino sujetos; por cierto, producto de nosotros mismos y nuestra circunstancia. Pero se trata de hablar de él y eso haré, aunque con ello rompa con un principio que me he impuesto: jamás hablar de otros medios y menos aún de otros colegas. En el entendido de que aquel adagio de que “perro no come perro” es absolutamente falso en este oficio del periodismo. Así que con todo lo subjetivo que puedo ser, hoy les hablo de Joaquín.

Y es que, hace apenas unos días, López-Dóriga recibió en Barcelona el premio Ondas, por su trayectoria periodística en radio y televisión. Sin duda, el más importante de habla hispana en estos quehaceres. Joaquín se lo merece rotundamente. Son ya más de 45 años de un reportero de tiempo completo que ha dado cuenta, con puntualidad y una enorme pasión, de los principales hechos noticiosos en México y el mundo durante casi medio siglo. Desde sus primeras coberturas —para El Heraldo— de sucesos tan disímbolos como la matanza de Tlatelolco o la llegada del hombre a la Luna. Su profesionalismo y tenacidad lo llevaron a formar parte del equipo fundador de 24 horas de Jacobo Zabludovsky y luego a la vera de otro maestro, José Pagés Llergo, como articulista de la revista Siempre!, que habitaban grandes plumas. Después iniciaría en Novedades su columna política En Privado, que perdura hasta ahora en Milenio. En paralelo llegó a ser director general de Noticieros y Eventos del entonces Canal 13; hasta que en los noventas inicia su noticiero radiofónico en Grupo Fórmula y luego regresa a Televisa para hacerse cargo de Chapultepec 18 y más tarde suceder a Jacobo en el noticiero icónico de la televisión mexicana, en el que permanece como conductor hasta ahora.

Durante su carrera periodística el Teacher, como se le conoce cariñosamente, ha sido corresponsal de guerra en Vietnam y Medio Oriente. Cubrió también momentos cruciales como el golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile, la muerte de Francisco Franco en España y los viajes, entrevistas y visitas a México de todos los Papas: desde Paulo VI a Francisco, pasando por Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Además de cumbres de presidentes, giras y decenas de convocatorias, que suman varias vueltas al planeta, ha entrevistado a líderes históricos tan diversos como Yasser Arafat, Moshe Dayán, Ronald Reagan, Fidel Castro, Francois Mitterand, Indira Ghandi y a todos los presidentes mexicanos desde Luis Echeverría hasta Enrique Peña Nieto.

Desde el principio y a lo largo de este peregrinar ha forjado un estilo muy propio, con la pluma, la voz y hasta con su lenguaje facial.

Y para alcanzar sus metas optó siempre por el riesgo y no por la comodidad del centro, que tanto se parece a la mediocridad. De ahí que sea un personaje polémico. Lo que ni sus detractores pueden negar es que se trata de un gran periodista al que muchos hemos de seguir después de cada una de sus entrevistas. Que genera “notas” por sí mismo.

A ver. Lograr que en este país te conozcan y te reconozcan más de 100 millones implica un esfuerzo gigantesco del hombre, del profesional, del amigo, del compadre entrañable. Pero sobre todo del re-por-te-ro. Así que, de todo corazón: ¡Felicidades, Joaquín!

Periodista.

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Por Ricardo Rocha