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Las múltiples presidencias de Santa Anna
Foto de inehrm

Antonio López de Santa Anna es quizá uno de los personajes más contradictorios de la historia de México.

Participante de la última etapa de la Independencia de México, es más recordado por sus múltiples periodos presidenciales, en los cuales México perdió más de la mitad de su territorio ante Estados Unidos. Su primer etapa como presidente ocurrió hace 186 años, el 16 de mayo de 1833.

Nacido en Xalapa, Veracruz, la carrera política y militar de Santa Anna saltó a la escena política nacional apoyando el Plan de Iguala, que llevó a la independencia de México, aumentando su influencia al enfrentarse a Agustín de Iturbide, primer emperador de México, desde su zona de influencia, en el estado de Veracruz.

Prueba de su capacidad política es la firma del Plan de Casa Mata, el cual sirvió para declarar instaurar la nueva república y convertir a Guadalupe Victoria en primer presidente de México.

Las múltiples presidencias de Santa Anna - antonio-lopez-de-santa-anna-1852
Foto tomada del libro “Historia de Méjico” de Lucas Alamán.

Tras esto, evitó una misión de reconquista por parte de España al derrotar a un cuerpo de 2 mil 600 hombres en la invasión de Tampico. Lo anterior, y su autoproclamación como “el Napoleón del Oeste”, le marcaron el camino para ganar la elección presidencial.

El 16 de mayo de 1833 llega por primera vez a la presidencia, ganando por el Partido Liberal. Al principio de su gobierno, Santa Anna cedió el poder a su vicepresidente, Valentín Gómez Farías, quien estableció varias reformas de corte liberal.

Sin embargo, en 1834 decide cambiar de postura e instaurar un sistema católico, centralista y conservador, movimiento que generó la rebelión de ambos estados y la proclamación de las repúblicas de Río Grande, Yucatán y Texas, siendo ésta última la única que alcanzaría la independencia total.

Santa Anna, decidió combatir a los independentistas texanos, consiguiendo una victoria inicial en El Álamo, sin embargo fue derrotado y capturado en la Batalla de San Jacinto.

La aventura de Santa Anna terminó con él aceptando la independencia de Texas a cambio de ser trasladado sano y salvo a Veracruz.

Este no sería el fin de Santa Anna, quien recobró su popularidad con la defensa de Veracruz en la Guerra de los Pasteles, siendo nombrado presidente por quinta vez en 1841. En esta ocasión tomó el control como dictador de un país altamente dividido y en la bancarrota.

La penúltima presidencia de Santa Anna estuvo marcada con la guerra con Estados Unidos. tras pasar un tiempo exiliado en Cuba, el veracruzano regresó a México debido a dos acuerdos, uno con el presidente Valentín Gómez Farías para ayudarlo a combatir a Estados Unidos, y otro con ese país para venderle territorios en disputa.

De regreso en México, el ya veterano militar desconoció ambos acuerdos y declaró una desastrosa guerra contra los norteamericanos, dirigidos por el presidente expansionista James K. Polk.

La guerra duró de 1846 a 1848 y terminó con la pérdida de los territorios de California y Texas, a cambio de lo cual recibió 15 millones de dólares (494 millones de dólares en 2018), menos de la mitad de la cantidad que EE.UU. planeaba ofrecerle al país antes del inicio de las hostilidades. Santa Anna, por su parte, partió de nuevo al exilio, esta vez en Jamaica.

Pese a toda esta historia de traiciones, derrotas y pérdidas, salpicadas de algunos actos de heroísmo, Santa Anna fue presidente una última vez en 1853. En esta ocasión las cosas no fueron menor, vendiendo La Mesilla por 10 millones de dólares y dando más muestras de despotismo, haciéndose llamar “Su Alteza Serenísima”.

Finalmente, Antonio López de Santa Anna fue expulsado definitivamente del país con el levantamiento provocado por el Plan de Ayutla de 1854, impulsado por Benito Juárez, Ignacio Comonfort y Ponciano Arriaga, entre otros liberales.

En 1874, el expresidente aprovechó una amnistía para volver a México, casi ciego y padeciendo varios malestares tras sus años como militar, permaneció apartado de la vida política hasta su muerte, en 1876.

Antonio López de Santa Anna recibió todos los honores militares en su funeral y sus restos fueron enterrados en el Panteón del Tepeyac.

Con información de López-Dóriga Digital