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Flora Santiago, la indígena que decidió ser abogada para ayudar a su comunidad

La principal motivación de Flora Santiago de estudiar Derecho, fue haber nacido en la comunidad indígena de Ometepec, Guerrero.

Apenas tenía 14 años y ya tenía claro que lo que quería era ser abogada para poder defenderse a sí misma, pero también ayudar a otros indígenas.

Junto con sus padres y hermanos viajó a la ciudad de Acapulco en busca de una vida mejor y un lugar que les permitiera, a ella y a sus cinco hermanos, estudiar más que la primaria.

“Salimos para buscar una vida mejor pero nuestra sorpresa fue que nos topamos con una vida más difícil porque nadie de mi familia hablaba español, no conocíamos a nadie, nadie nos ayudaba. Fue muy difícil acostumbrarnos a la vida de la ciudad porque no es la misma cultura ni las tradiciones ni la comida”.

Flora Santiago, la indígena que decidió ser abogada para ayudar a su comunidad - Flor-Santiago
Flora Santiago

Pese a los retos que enfrentó, hoy en día Flora es una abogada exitosa, ha trabajado como intérprete de la lengua amuzga en varios juzgados de Acapulco y actualmente con apoyo de una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), realiza una maestría en Gestión de Desarrollo Sustentable en la Universidad Autónoma de Guerrero.

Destacó que el Conacyt ha sido un aliado muy importante para que continúe con sus estudios de posgrado. “El Conacyt tiene varios programas para apoyarnos a las mujeres y a los indígenas a seguir preparándonos”.

Llegar hasta donde está ahora por supuesto que no fue nada fácil, pero siempre tuvo el apoyo incondicional de sus hermanos mayores también profesionistas. Uno de ellos estudió Derecho y el otro Psicología.

Flora recuerda que muchas veces pensó en dejar la escuela, porque además de estudiar, tenía que trabajar.

“Hubo muchas veces que decía ‘ya no voy a estudiar porque es muy difícil’, me levantaba antes de las cinco de la mañana para ir a trabajar, después me iba a la escuela y regresaba a casa después de las 10 de la noche, pero después me tranquilizaba y ese esfuerzo y sacrificio lo tomaba como motivación para echarle más ganas”.

Además de ser una buena estudiante, trabajaba haciendo el aseo en los departamentos del fraccionamiento Copacabana. Dice que en ese lugar conoció mujeres “muy distinguidas y preparadas” y ella decía, “un día quiero ser como ellas, quiero salir adelante para que el día de mañana pueda ser alguien”.

“Yo veía que a muchos de mis compañeros sus papás los iban a dejar y les compraban su ropa, sus zapatos y todo lo que necesitaban para ir a la escuela. En cambio a mí mis papás nunca pudieron comprarme una mochila o unos zapatos, pues mi papá es albañil, y no gana un buen salario, y mi mamá hace huipiles y ropa artesanal, lo cual tampoco es muy bien remunerado, pero creo que todo eso me hizo echarle más ganas a la escuela. A mí nadie me presionaba, yo nunca sentí la obligación de ir a la escuela, yo iba porque quería, mi único compromiso era conmigo misma”, expresó.

Cuando cursaba el último semestre de la preparatoria, Flora Santiago decidió que estudiaría Derecho y estas fueron las razones:

“Los abogados y muchas dependencias menosprecian y luego quieren hacer tontos a los indígenas o a las personas que no saben leer, escribir o hablar español. Aquí en Guerrero hay muchas personas indígenas que no hablan castellano y por eso no pueden declarar y son acusados de delitos que no cometieron”.

Cuando terminó la carrera entró a trabajar en una asociación civil, “ahí aprendí muchísimo, aprendí cómo usar una computadora porque no sabía utilizarla bien; asimismo, fungía de intérprete de la lengua amuzga en los juzgados de la región”.

Al fin había concluido su licenciatura, consiguió un trabajo que le permitía ejercer su profesión pero Flora no se conformó. Ella estaba en busca de más.

“Decidí seguir estudiando, pero ahora quería hacer una maestría en Gestión para el Desarrollo Sustentable. Dije ‘tengo que aprender a hacer más cosas, no me puedo quedar en lo mismo’”.

Dentro de sus planes en sus estudios de maestría, Flora piensa presentar el proyecto de una casa para migrantes en Acapulco. “A Acapulco vienen muchas personas, ya sea a atenderse en hospitales o a realizar algún trámite, y llegan a una ciudad donde nadie los ayuda, al contrario, los discriminan, por eso quiero que en esta casa se les oriente y apoye”.

La última hazaña de Flora fue a lado de 19 mujeres indígenas que viajaron a Canadá a realizar un verano científico en la Universidad McGill, en Quebec.

Redacción.