Los perros de rescate demandan un entrenamiento diario, aunque estén cerca o lejos de un escenario real, ellos deben mantenerse listos para el llamado
Entre los escombros de la ciudad de Querétaro, resaltan las patas de Balam, Orly, Robinson y Rocky, cuatro perros de rescate que reciben entrenamiento de Édgar Martínez, guía canino de la Cruz Roja Mexicana, una tarea que adquiere popularidad en el país sacudido por los sismos.
Balam y Orly son los caninos más conocidos, pues son quienes compartieron sus primeros entrenamientos con Athos, el perro de rescate que perdió la vida en 2021 luego de ser envenenado y al que rinden el mayor homenaje posible: seguir sus pasos en la búsqueda y rescate de personas.
El sismo de Turquía ocurrido en febrero pasado fue su primera participación en un desastre natural y hoy continúan sus entrenamientos mientras guían los pasos de otros perros que se encuentran en su preparación para ser perros de rescate en diversas corporaciones.
El edificio en ruinas solía ser un centro nocturno en sus mejores años, sin embargo, para este equipo de rescate se convirtió en el lugar ideal donde replicar lo que se vive en un escenario real de búsqueda.
Édgar, uno de los jóvenes entrenadores que colabora en el equipo, se oculta debajo de láminas y otros escombros en el lugar, mientras Balam, quien participó en las labores en Turquía, es apartado de la escena para que no pueda saber dónde está escondido el joven.
Una vez que el can es traído al lugar, corre por todo el espacio, olfateando y buscando, hasta que da con el sitio, donde se queda parado y comienza a ladrar para indicar que ha encontrado a alguien, al mismo tiempo intenta mover las láminas para intentar descubrir a Édgar, quien le da la indicación que hizo un buen trabajo y le entrega una pelota.
“Le llamamos “escombrera”, es una simulación de un edificio derribado como pasa en un sismo, entonces aquí se simula básicamente todo, se simulan láminas, situaciones inestables, cosas puntiagudas”, explicó Martínez.
La idea, dijo, es simular cuando una persona está bajo los escombros para que el perro pueda ensayar lo que pasaría en un desastre natural como un sismo.
Rocky y Robinson son los otros dos perros que acompañan al grupo, ellos son guiados por Orly y Balam, este último es hijo de Athos, quien cobró relevancia en México en 2022, ya que su muerte por envenenamiento marcó historia al provocar el primer juicio penal en contra del maltrato animal y sentenció al culpable a más de 10 años de prisión.
Balam y Orly, quienes en Turquía rescataron a cuatro personas con vida y 36 fallecidas, hoy se encargan de guiar los pasos de los nuevos canes que en unos años podrán estar listos para sumarse a estas y otras labores.
“También los usamos mucho para concientizar a las generaciones que vienen con el tema de rescate animal, que es algo bien importante”, comentó Martínez.
Los perros de rescate demandan un entrenamiento diario, aunque estén cerca o lejos de un escenario real, ellos deben mantenerse listos para el llamado que se puede dar en cualquier momento en cualquier parte del mundo; sin embargo, el entrenamiento va más allá de los rescates, pues la socialización es igual de importante.
Es por ello que si el perro no está entre escombros, hace trabajos de otro tipo como acudir a plazas públicas y exhibiciones para que la gente interactúe con ellos, “para que sigan siendo siempre amigables”, explicó.
Apenas unas semanas después de llegar de Turquía, Édgar y su equipo partieron a Copacabana a la certificación de cuatro perros que fueron entrenados por ellos y posteriormente entregados al cuerpo de Bomberos de San Juan del Río, en Querétaro.
Hoy, el equipo se prepara nuevamente para partir en los próximos días hacia Guatemala donde apoyarán a la unidad canina nacional para que puedan seleccionar unos perros que serán enviados, tras su entrenamiento, a certificación.
Con información de EFE