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El Nuevo Aeropuerto de México, el análisis III
Foto de Internet

Este lunes, en el espacio de Joaquín López-Dóriga en Radio Fórmula, se llevó  a cabo la tercera mesa de análisis sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México.

Participaron Sergio Samaniego coautor del libro Santa Lucía, una alternativa; Sandra G Navarro, directora de Estrategia del Grupo Aeroportuario CDMXy Luis Álvarez Icaza, director del Instituto de Ingeniería  de la UNAM.

Sandra Navarro señaló que en la última semana el Consejo Coordinador Empresarial se posicionó a favor del proyecto de Texcoco. Esto tras un análisis holístico que tomó en cuenta temas económicos, estructurales y la oportunidad de desarrollo.

Añadió que el nuevo aeropuerto es un ejemplo de la falta de una transición ordenada en el país, con un proyecto transexenal que sufre por el cambio de gobierno. Refrendó que cancelarlo no solo sería perder 120 mil millones de pesos ya invertidos y comprometidos, en los contratos otorgados.

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A esto, Navarro dijo que habría que añadir el costo de dividir operaciones como se plantea con el aeropuerto de Santa Lucía no solo para las aerolíneas, sino para los pasajeros que deben moverse por tierra para ir de un aeropuerto a otro y para la movilización de mercancías.

Finalmente recordó que la Ciudad de México está construida sobre un lago, por lo que se tienen los conocimientos y tecnología para construir el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, del que está probada su viabilidad, al contrario de lo que ocurre con el proyecto alterno.

El ingeniero Sergio Samaniego explicó que la necesidad insatisfecha del país es tener un aeródromo grande y eficiente que resuelva la saturación aérea de la capital del país, y tanto el AICM como Santa Lucía están validados para operar y solo requerirían una ampliación.

Refrendó que su alternativa ya tiene un avance importante con un aeropuerto funcional, y afirmó que su propuesta no es nueva, sin embargo no fue estudiada a fondo por las autoridades cuando se les presentó y no había una obra en marcha que cancelar. Afirmó que incluso añadiendo el costo de cancelar el NAIM la opción de Santa Lucía sería más barata que completar las dos fases del nuevo aeropuerto.

Afirmó que la existencia de contratos no implica que no se pueda revisar o cambiar un proyecto, además de que no se toman en cuenta los beneficios de cada proyecto, pues de Santa Lucía se omite que no se quitarían a los militares del lugar y que tan solo en su primera etapa tendría la misma capacidad del NAIM.

Explicó que actualmente existe una cerrazón a admitir la viabilidad del proyecto alterno que defiende y recalcó que todo está sujeto a revisión, pues si se aceptara ciegamente todo lo hecho por una administración anterior ningún nuevo gobierno podría poner en marcha su propia política.

El doctor Luis Álvarez Icaza señaló que la institución que encabeza no decidió si se debe hacer o no el nuevo aeropuerto, solo resolvió que sí es factible realizarse en base a los estudios geológicos de la zona, que incluyen investigaciones realizadas a lo largo de más de 60 años.

Dijo que tampoco existe impedimento a nivel hidrológico a pesar de que por la zona corre parte del drenaje de la Ciudad de México, mientras que dichas preguntas no podrían responderse en cuanto a Santa Lucía, pues faltan varios estudios que no son rápidos ni sencillos de realizar.

Álvarez Icaza afirmó que el problema actual es político, pues no se habla del costo de no hacer el proyecto, además de que el país no está acostumbrado a planes de largo plazo, como queda demostrado en el actual periodo de transición y la negativa a respetar los proyectos de la administración anterior.

Consideró que en realidad la cuestión no es que no se haya tomado en cuenta la alternativa de Santa Lucía, sino que a sus promotores no se les dio la respuesta que querían. Aceptó que cada gobierno puede virar su administración en materia política, pero finalmente la técnica difícilmente se podrá someter a la política.

Concluyó que todo proyecto debe ser revisado, pero ese momento ya pasó en el caso de Texcoco, y debe quedar en claro cuánto cuesta decir que sí al NAIM y cuánto exactamente cuesta el no tanto ahora, sino para los próximos 70 años.

“La cuestión sería como hacer el proyecto lo más útil posible para los mexicanos, no deshacer lo hecho para darles otra cosa”, aseveró.