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Educación y autonomía universitaria, bienes públicos que se traducen en movilidad social: Graue
Enrique Graue, rector de la UNAM.

En la universidad pública creemos en una educación popular, sin distinción de clases, género, preferencias o ideologías. Una educación de calidad humana, incluyente, crítica, libre, reflexiva y propositiva, afirmó Enrique Graue Wiechers, rector de la UNAM, al recibir el grado de doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).

Las universidades, agregó, deben impulsar en la juventud una capacidad innovadora y adaptativa a las diversas tareas que habrán de enfrentar, así como seguir estimulando la investigación original, que contribuya al desarrollo económico de nuestras naciones y al avance universal del conocimiento.

También, defender la creación y las expresiones artísticas que nos permitan conservar nuestra cultura e identidad.

“Estamos convencidos de que la educación pública es un bien social y su financiamiento, oportuno y suficiente, es una obligación del Estado. Por supuesto que nos comprometemos con la autogestión independiente con compromiso social, transparencia y rendición de cuentas de cara a la sociedad”, destacó en la ceremonia solemne efectuada en el Edificio Central de la UASLP.

Todas estas premisas son retos que la autonomía exige librar; ésta no tiene un concepto unívoco, estático, sino que se conquista día con día, mediante su ejercicio en libertad, añadió Graue Wiechers, luego de recibir la medalla y título como doctor honoris causa, de manos del rector de la UASLP, Alejandro Zermeño Guerra.

“Esta distinción, que me honra enormemente, es un compromiso para reforzar los lazos entre nuestras instituciones y para continuar trabajando estrechamente hacia el cumplimiento cabal de las funciones sustantivas a las que nos debemos y servimos”, puntualizó.

Al ofrecer la conferencia magistral “Los desafíos de la educación superior en este siglo y en el retorno a actividades en el marco de nuestra autonomía”, el rector de la UNAM aseguró que desde su autonomía y con una óptica plural y diversa, las universidades públicas pueden vislumbrar los rumbos para incidir en el bienestar de sus comunidades y de nuestra nación.

“Sin hegemonías ideológicas o atendiendo a circunstancias políticas presentes ─que por definición son siempre transitorias─, es posible contemplar las distintas posturas y vislumbrar los rumbos para incidir en el bienestar de nuestras comunidades y de nuestra nación”, dijo.

Estas instituciones, prosiguió, saben que están inmersas en una época de cambios educativos y sociales a los que deben responder con prontitud y certeza.

Conocen que todas sus comunidades desean regresar a sus actividades, pero deben hacerlo con seguridad y prudencia. También coinciden en la importancia de ampliar la matrícula de educación superior, sin que ello merme la calidad educativa.

“Todo ello nos une e identifica y enfrentaremos estos retos con la fortaleza de nuestras comunidades y con la autonomía que nos define y caracteriza”, remarcó Graue Wiechers.

Universidades: actores fundamentales

En sesión extraordinaria del Consejo Directivo Universitario de la UASLP, en la que participaron el secretario General de esa casa de estudios, Federico Garza Herrera; la presidenta del Jurado de Honor, Sara Ladrón de Guevara González; e integrantes de la Junta Suprema de Gobierno, Enrique Graue expuso que las universidades públicas y autónomas se han transformado constantemente, por efecto del tiempo, frente a sí mismas y frente a la sociedad en la que están arraigadas.

Gracias a esta capacidad de adaptación y de reformularse es que persisten como un actor fundamental en el andamiaje político, económico, social y cultural de las distintas naciones y regiones.

Su autonomía no solo se trata de autodeterminación y autogestión, sino de un ejercicio de libertad, de compromiso social con los tiempos que viven, de generar conocimientos y formar profesionistas y ciudadanos informados, que transformen a la sociedad.

“Porque es la sociedad la que se beneficia de la autonomía al permitir que, ajena a intereses externos, la universidad eduque para transformar; investigue para modificar la realidad y disperse los conocimientos para desarrollar al país y a su entorno social.

“Por eso, la educación y la autonomía universitaria son bienes públicos, de los cuales la sociedad obtiene los beneficios intelectuales necesarios para su permanente movilidad, progreso y evolución”, expresó.

En ese sentido, subrayó que el respeto constitucional de la autonomía universitaria es un elemento crucial para mantener el equilibrio respetuoso, colaborativo e independiente entre la Universidad y el Estado.

En el caso de la UNAM se ha redefinido no sólo como una postura frente al Estado, sino como un crisol de diversas expresiones políticas, en donde la pluralidad ideológica y el sentido crítico e independiente de los universitarios se manifiesta para poder transformar más allá del efímero presente.

Nuevos desafíos

Ante la comunidad de la UASLP, Graue Wiechers consideró que entre los nuevos desafíos de las universidades públicas y autónomas están: vivir en un mundo profundamente desigual y con injusticias sociales insostenibles; padecer una economía globalizada que ha afectado intereses nacionales y ha propiciado nacionalismos exacerbados, populismo e intolerancias de toda índole.

También enfrentan la impostergable necesidad de igualdad de género y la erradicación total de la violencia, principalmente hacia las mujeres, así como la demanda creciente de educación.

Además, se requiere hacer frente a un mercado laboral incierto, con precarización del salario y que demanda competencias técnicas específicas, sin que por ello se deje de impartir una educación con sentido humano, integral y de dimensión universal. Asimismo, está la amenaza de proporciones civilizatorias que representa el cambio climático.

Frente a ello, enfatizó, hay certezas que deben guiar el actuar de estas instituciones como es formar jóvenes independientes para que se desarrollen en un mundo tolerante, diverso, sustentable y en permanente cambio; con capacidad de indignación ante las injusticias y la inequidad y comprometidos con los derechos fundamentales.